Amaranto, el alimento del futuro

Junto con el maíz, el fríjol, la quínoa y la chía, el amaranto fue uno de los principales productos para la alimentación de las culturas precolombinas de América. Para los mayas, aztecas e incas fue la fuente primordial de proteínas y se consumía como verdura y grano reventado. Además estuvo asociado a ritos religiosos, a los dioses y a la visión cósmica de estas culturas.

Históricamente, el origen de la planta de amaranto se ubica en centro y norte de América (México y Guatemala), y Sudamérica (Perú y Ecuador). Con la llegada de los españoles al continente y durante la Conquista, fue eliminado de la dieta indígena por razones religiosas y políticas. La cultura del cultivo y su consumo casi desaparecieron, solamente en los lugares más apartados de la conquista española se mantuvo su producción.

El amaranto es muy resistente a los climas fríos y secos, y crece incluso en suelos pobres y húmedos en zonas muy tropicales y con lluvias muy frecuentes. Además tiene un alto nivel alimenticio, lo cual lo hace una excelente alternativa para regiones con dificultades para la siembra de otro tipo de cereales.

China es uno de los mayores productores. Las hojas de esta planta son muy parecidas a las de las espinacas, siendo tradicional su uso en recetas culinarias de Asia, América y África.

Actualmente es uno de los productos preferidos por los deportistas y astronautas, debido a que es fácil de trasportar y contiene muchas proteínas. Fue calificado por la NASA como cultivo CELSS (Controlled Ecological Life Support System: la planta remueve el dióxido de carbono de la atmósfera y, al mismo tiempo, genera alimento, oxígeno y agua para los astronautas).

Sin duda, el amaranto es uno de los alimentos más ricos y nutritivos de México. Se consumen principalmente sus semillas, pequeñas y blancas, que se utilizan para fabricar atole y alegrías (semillas de amaranto reventadas mezcladas con miel o piloncillo para formar una barra).

Propiedades:

  • Alto valor proteico: contiene más del doble de proteína que el arroz, cerca de 80% más que el trigo y el triple de aminoácidos que el maíz. Además, ayuda en el equilibrio de minerales como calcio, fósforo y magnesio, los cuales nutren y mantienen en óptimo estado al cerebro; mientras que su aporte de sodio, potasio, zinc, cobre, magnesio, níquel y hierro colabora en el funcionamiento del sistema nervioso central.
  • Rico en vitaminas naturales: A, B, C, B1, B2, B3. Contiene lisina (aminoácido de alto valor biológico), el cual ayuda a la memoria, inteligencia y alto aprendizaje.
  • Fuente saludable de carbohidratos. Sirve como fibra dietética y laxante. Es 100% digestivo y no contiene gluten.
  • Previene el cáncer de colon, la osteoporosis, diabetes, anemia, obesidad, hipertensión arterial, estreñimiento y diverticulosis, insuficiencia renal crónica, e insuficiencia y encefalopatía hepática.

Por todas estas propiedades se recomienda para personas autistas, enfermos con problemas bucodentomaxilares, geriátricos, de desnutrición y oncológicos, además de los celíacos. Se aconseja como parte de las dietas hiperenergéticas e hiperproteícas. Por su contenido energético también es beneficioso para pacientes con requerimientos calóricos elevados.