Ansiedad

¿Sabías que 264 millones de personas sufren de ansiedad en el mundo según la OMS?
Cuando me enteré de esta cifra no pude evitar esta pregunta… ¿Realmente estamos medrando?

La ansiedad es un recurso de adaptación evolutiva sin el cual estaríamos muertos, nos activa frente a situaciones de estrés, protegiéndonos y favoreciendo nuestra supervivencia. La finalidad biológica es ponernos en un estado de alerta, ya sea para enfrentar el peligro, o para huir o escondernos.

Este recurso, en épocas anteriores desaparecía al cesar el peligro pudiendo seguir con nuestra vida. El problema es que ahora se alarga en el tiempo, adaptándonos a vivir de esta manera y acostumbrándonos a las sensaciones que esto nos depara, formando parte de nuestra vida diaria y teniendo que recurrir a medicamentos externos que pueden deparar en problemas mayores y que no solucionan el problema desde el lugar donde se formó, haciéndonos dependientes de ciertas sustancias para poder vivir una vida más “llevadera”. Sólo tienes que ver los efectos contradictorios de este tipo de fármacos para darte cuenta que no es la solución que nuestro cuerpo necesita.

Estamos en la era del hacer, de la preocupación por el mañana y la exigencia interna de hacerlo todo de la mejor forma, aunque esto nos cueste la salud.

La ansiedad es el control por el control, es miedo al mañana, es imposibilidad de vivir el presente y vivir en la incertidumbre, algo que ahora es bastante palpable.

Es un bloqueo entre mi cerebro cognitivo y mi cerebro visceral o biológico (mesenterio), los dos cerebros se quedan colapsados en un momento en el cual la persona ha vivido un estrés que le ha inmovilizado (no podía huir ni atacar), el cuerpo-mente no puede reaccionar y se produce un cortocircuito que puede llevar a un ataque de pánico.

Cuando nos quedamos inmovilizados de esta forma tiene que ver con información que hemos heredado de nuestros padres, una información seguramente muy condicionada cuando estábamos en el vientre de nuestra madre o éramos muy pequeñitos.

Esa energía congelada en nuestro inconsciente se tiene que expresar y puede hacerlo a través de dos formas, la metáfora y la metonimia. La primera sucede cuando te ocurre algo en un lugar determinado y asocias ese tipo de lugar a aquello que te ocurrió. Por ejemplo, te atracan en una calle oscura y ya tu inconsciente relaciona el peligro con las calles oscuras y, aunque vayas caminando hablando con amigos, tu cuerpo entrará en un estado de ansiedad y tú no entenderás porqué, ya que tu inconsciente está usando esa metáfora para liberar ese estrés pasado anteriormente. Y la metonimia está relacionada con la causa efecto. Por ejemplo, tienes un conflicto con tu padre, que es un maltratador y fuma tabaco y eso puede derivar en que desarrolles un ataque de ansiedad al tabaco; ves a alguien fumando o hueles una colonia determinada y se te despierta esa ansiedad.

Otra adaptación es el desmayo, que ocurre cuando este estrés no se puede expresar ni liberar y, al no poder hacer nada, la persona se desmaya adaptándose biológicamente a la situación viviendo una muerte simbólica.

Entonces detrás de esta ansiedad hay una trama, una información inconsciente, vivida por ti o heredada de tus ancestros, que tenemos que observar y tomar conciencia de para qué vives esta situación, qué enseñanza te está trayendo a tu vida en este momento y así poder liberarla.

Si no haces este proceso, por mucho que te mediques, la raíz del problema seguirá actuando a nivel inconsciente.

Es muy importante aprender a escucharse para saber gestionar los ambientes emocionales. Poder observar la ansiedad y sustentar la sensación física.

Tenemos una capacidad de plasticidad neurológica muy grande y nos podemos adaptar a cualquier situación transformando la energía de la ansiedad en un aprendizaje.

Todo depende de la percepción que tenemos de los hechos que nos suceden.

Lo primero que tendremos que tener en cuenta es que hacer cosas que realmente no queremos hacer nos lleva a experimentar ansiedad. Por ello es primordial ser sincer@s con nosotr@s mism@s y alinear nuestros pensamientos con nuestras emociones y con nuestras acciones.

Cuidar nuestros pensamientos, sentimientos y juicios es parte fundamental. Y si somos capaces de discernir si estos son propios o introyectados por la sociedad, podremos ser congruentes en nuestra vida y ser dueñ@s de ella.

Para ello te propongo las siguientes preguntas de autoindagación:

• ¿Qué es lo que quiero cambiar de mi vida?

• ¿A quién quiero cambiar?

• ¿Qué es lo que me molesta de lo que veo?

• ¿Cuál es mi proyección?

• ¿Qué experiencias viví en mi edad temprana relacionada con eso que me molesta?

• ¿Qué experiencias de huida o no experimentó mi madre?

Como bien dijo Carl Jung: “Su visión se aclarará solamente cuando usted puede mirar en su propio corazón. Quien mira hacia afuera, sueña; quien mira hacia adentro, despierta.”

“El trauma es una gran contracción del cuerpo que conlleva una fragmentación o disociación de partes fisiológicas como sensaciones, reacciones físicas, imágenes, pensamientos con un almacenamiento
de energía de supervivencia no descargada que excitan constantemente al sistema nervioso.”

“Peter Levine”

Por: Naikary Díaz
Terapeuta Transpersonal, Acompañante en Bioneuroemoción,
Entrenadora Personal, Health Coach, Maestra de Yoga y Lectora de Aura
@shaumbrawellnesscoach

Etiquetas: Edición 96