¿Cómo se originó todo? La vereda de la exploración y el conocimiento
Desde sus albores, el humano pudo haberse planteado muchas más preguntas de las que siquiera pudiera responder, desde una postura comprobable y fuera de su imaginación. No obstante, fue justo su capacidad de imaginar, de generar ideas, de buscar patrones y rasgos en lo que le rodeaba lo que le permitió identificar algunas respuestas que seguramente le motivaron a reflexionar sobre la posibilidad de obtener conclusiones. Más allá de utilizarlas para un fin específico, le sirvieron para su sobrevivencia. Imaginar que en las aglomeras pasturas se pudiera esconder un felino depredador que pudiera saltar repentinamente y amenazarlo con su enorme fuerza y precisión mortal. El imaginar rostros, sonidos, formas en la oscuridad, fueron motivos que causaban precaución y prevención y que resultaba mejor creer en ellos, que no considerarlos. Así, conforme los resultados iban generándose y se interpretaban en beneficios para quienes los obtenían, se intentaba cada vez más comprender el entorno. De esa conducta de exploración, interpretación y sobrevivencia, llegamos a la exploración del universo, de sus causas y de su origen.