La forma de la náufraga

La vida es un viaje que te arroja a paraísos inesperados.

Las náufragas aceptan el azar y su necesidad; se sumergen en la gran ola de la vida con ese abandono y entrega que provoca el líquido amniótico de la madre Tierra. Madre Agua levántame con tu dignidad y déjame ver un destino.

Las náufragas tienen un ojo en el corazón ya no tocan puertas saben que están abiertas. Viven en el éxtasis de los descubrimientos ciertos y la contemplación de las verdades relativas.

Las náufragas tienen sed de conocimiento y crean para conocer.

Las náufragas encuentran la conexión con lo sagrado tejiendo en la urdimbre de la vida. Caminan en el filo de la curva donde nace el instante.

La náufraga descubre coherencia en los silencios de soledad creativa.

Somos las náufragas que en la plenitud del gozo oyen el latido de su libertad.

La náufraga siente la creación, el germen de vida, la semilla y el latido de la risa en la profundidad de las entrañas.

La alegría del encuentro entre náufragas se mide en tejidos que son invocación, medida de tiempo, construcción de espacios. Hilos rojos que tejen almas antes y durante el naufragio.

La forma de la náufraga solo quiere ser libre.

Por: Mercedes Bautista

Artista visual y poeta

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