Espacio

Mi mundo empieza en la palma de mi mano,
y comprende todo lo que puedo tocar con la punta de los dedos;
como tu rostro, tu cuerpo, mi taza de café recién servido,
las gotas de lluvia que se deslizan en la ventana,
las superficies donde me quedo dormido, mi almohada,
las cicatrices de las que habla Silvio, la tierra que piso,
y como dijo Rosario: “la corteza rugosa de los árboles…”
que, a diferencia de ella, no acaricio.

Con ayuda de mis anteojos mi mundo se expande,
pero termina hasta donde alcanza el rango de mi vista,
que a veces es el techo de mi cuarto,
esa estrella que se ve a lo lejos en el cielo nocturno,
el abismo en tus brazos, o el horizonte en donde se pone el sol
y se pierden todos los barcos.

Mi universo es un poco más grande;
cierro los ojos y sigo siendo el mismo, y entonces,
parafraseando a Alejandro: “Soy espíritu, y soy espacio”.

Por: Miguel Ángel García García
@letrasypalabras

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