La obesidad un reto de salud en México

La obesidad se ha convertido en un desafío crítico para la salud pública en México, con un preocupante 36.9% de adultos viviendo con esta condición, cifra que podría alcanzar el 45% de la población para el año 2030. Este aumento alarmante pone en peligro el logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU para ese año.

Según el director del Centro de Investigación en Nutrición y Salud del INSP, Simón Barquera, la incidencia de la obesidad se ha duplicado desde la década de 1980, y su crecimiento continuo plantea riesgos significativos para la salud pública y el bienestar. A pesar de su reconocimiento como una enfermedad en la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE), la obesidad sigue siendo percibida por la población como un factor de riesgo más que como una afección médica.

Es esencial reconocer que la obesidad no solo afecta la salud individual, sino que también tiene graves implicaciones para la calidad de vida y la productividad en general.

La obesidad se asocia con un mayor riesgo de complicaciones graves y mortalidad por enfermedades infecciosas como el COVID-19, como señala la investigadora del Centro de Investigación en Salud Poblacional del INSP, Ana Basto Abreu. Además, el impacto de la obesidad en la salud pública es un factor crítico que debe considerarse en la preparación y respuesta ante pandemias, según destacó el subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, Ruy López Ridaura.

Prácticas saludables que pueden ayudar a prevenir la obesidad y promover un estilo de vida más saludable:

Alimentación balanceada
Consumir una dieta equilibrada rica en frutas, verduras, granos integrales, proteínas magras y grasas saludables puede ayudar a mantener un peso saludable y prevenir la obesidad. Es importante limitar el consumo de alimentos procesados, azúcares añadidos y grasas saturadas.

Control de las porciones
Mantener el tamaño de las porciones bajo control puede ayudar a controlar la ingesta calórica. Aprender a escuchar las señales de hambre y saciedad del cuerpo contribuye a evitar comer en exceso.

Actividad física regular
Incorporar actividad física regular en la rutina diaria es fundamental para mantener un peso saludable y prevenir la obesidad. Esto puede incluir caminar, correr, practicar deportes, hacer ejercicios de fuerza y participar en actividades recreativas.

Limitar el sedentarismo
Reducir el tiempo dedicado a actividades sedentarias, como mirar televisión o estar frente a una pantalla, puede ayudar a prevenir el aumento de peso y promover la salud en general. Es importante encontrar formas de moverse y ser activo durante el día.

Hábitos de sueño saludables
Mantener un horario regular de sueño y asegurarse de obtener suficiente descanso puede ayudar a regular las hormonas relacionadas con el hambre y el metabolismo, lo que puede contribuir a mantener un peso saludable.

Manejo del estrés
El estrés crónico puede influir en el aumento de peso y la obesidad. Practicar técnicas de manejo del estrés, como la meditación, el yoga o la respiración profunda, puede ayudar a reducirlo y favorecer a la salud emocional y física.

Educación y conciencia
Promover la educación sobre nutrición y hábitos saludables desde una edad temprana puede ayudar a prevenir la obesidad y fomentar estilos de vida saludables en la población. Es importante crear conciencia sobre los riesgos de esta enfermedad y las formas de prevenirla.

Factores como la dieta poco saludable y la promoción de alimentos ultraprocesados están contribuyendo al aumento de la obesidad en todas las comunidades, urbanas y rurales, creando entornos obesogénicos que fomentan el consumo excesivo de calorías y la falta de actividad física.

Es esencial abordar la obesidad como un desafío multifacético que requiere la colaboración de múltiples sectores, desde la salud pública hasta la agricultura y la industria alimentaria. Solo mediante un enfoque integral y acciones coordinadas podremos enfrentar eficazmente esta creciente crisis de salud pública en México.

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