Antioxidantes y Longevidad
Es interesante observar que en el día a día existen personas longevas, que a edades más elevadas conservan una buena salud tanto física como mental, mientras que algunas otras presentan envejecimiento prematuro, con prevalencia de enfermedades crónico degenerativas tales como la Diabetes Mellitus, hipertensión arterial, Parkinson, Alzheimer, entre otras; además de enfermedades cada vez más frecuentes a nuestro alrededor como el cáncer y la artritis reumatoide.
Afortunadamente, desde hace muchos años se han estudiado los diversos factores que pueden influir en que se acelere o disminuya la velocidad de envejecimiento. Para comprender parte de estos procesos, es necesario entender que en el organismo se forman continuamente unas sustancias denominadas radicales libres, que son moléculas o átomos muy agresivos y que pueden dañar a las células por distintas vías, ya sea por daño directo en el ADN, en las proteínas o en la membrana de las células, que se traducen en la aparición de enfermedades pulmonares, cardiovasculares, inmunológicas y neurodegenerativas.
Evidentemente los factores externos al cuerpo humano, además de la predisposición genética con la que acarreamos desde que nacemos, tienen una clara relación con la velocidad a la que envejecemos y nos enfermamos. La alimentación es uno de ellos, la cual puede ayudarnos a prevenir la obesidad, y al mismo tiempo proveer una rica fuente de antioxidantes, tales como:
Vitamina E: está presente en el aceite de oliva virgen, almendras y diversas semillas, y es el antioxidante de membrana más eficaz que se conoce, que protege a la célula de agentes dañinos externos.
Vitamina C: es la gran aliada de la vitamina E, pues ayuda a mantener niveles altos de esta, permitiendo tiempos de acción antioxidante más prolongados, además de actuar por sí misma reduciendo los niveles de radicales libres. Podemos encontrarla en cítricos, espinacas, brócoli, frutos rojos, lentejas.
La coenzima Q10: Presente en pescados como el atún, las sardinas, el salmón; en carnes y vísceras de res, cereales integrales y aceites vegetales, funge como un antioxidante evitando la formación de radicales libres a partir de las grasas.
Betacarotenos: los alimentos ricos en betacarotenos se distinguen por tener una coloración naranja o verde obscura, destacándose por supuesto la zanahoria, la calabaza, los pimientos, las espinacas, la col, entre otras, y su función antioxidante radica principalmente en la fotoprotección ante las radiaciones solares.
Hay algunos otros factores que pueden modificar de manera negativa la producción de radicales libres. El tabaquismo por ejemplo, es por sí solo una fuente importante de radicales libres, pero además promueve la formación de más, al someter a la célula a un estado de inflamación y falta de oxigenación constante. Algunos metales pesados, especialmente el hierro y el cobre, bajo circunstancias especiales pro oxidativas, pueden dar lugar a su formación, del mismo modo que lo hacen los xenobióticos, que son sustancias químicas como restos de plaguicidas, medicamentos de uso veterinario o toxinas producidas por hongos, las cuales no somos capaces de desechar, que contribuyen al daño celular con consecuente envejecimiento. Por último, el ejercicio físico extenuante requiere de grandes cantidades de oxígeno, lo cual determina una mayor actividad oxidativa que se traduce en un aumento en la producción de radicales libres, contrario al ejercicio físico de baja intensidad, donde la producción es muy reducida, la actividad de estas moléculas no supera las defensas antioxidantes del deportista, por lo que no se evidencian daños oxidativos cuando el ejercicio físico se practica a estas intensidades.
Dentro del gran arsenal que la medicina antienvejecimiento nos brinda en la época actual, además de la importante ingesta de alimentos ricos en antioxidantes, existen terapias que van desde la práctica regular de meditación hasta la ozonoterapia, que inducen una producción inherente de antioxidantes, que por supuesto disminuyen el efecto de los radicales libres en el cuerpo; o con la administración de sustancias como la melatonina, que además de ser una hormona inductora del sueño, promueve protección celular por distintas vías y en distintos órganos del cuerpo.
Lo más importante es tratar de encontrar el equilibrio en una vida saludable, con respeto a nuestro cuerpo y al medio ambiente, que promueva la longevidad, y así poder vivir muchos años, sanos y felices.