El frío no causa gripe
Con respecto a la salud existen innumerables mitos que pasan de generación en generación y tal vez uno de los más asimilados por el imaginario colectivo es que el frío nos provoca infecciones respiratorias como la gripe o el resfriado.
Todos los años durante el invierno o en las temporadas de lluvias existe en la población la preocupación de enfermarse por alguna infección causada ya sea por mojarse o estar expuestos al frío. Seguro que cuando eras pequeño te ponían gorro, bufanda y te envolvían en capas y capas de ropa, pero a pesar de esos cuidados igual te enfermabas porque el frío, como cualquier otro factor externo, no es causa de infección.
Pero entonces, ¿por qué los resfriados y la gripe son mucho más frecuentes en invierno?
Por lo que conocemos del frío, es en realidad alrededor de 200 virus diferentes con los que nuestro cuerpo interacciona. Tanto los virus de la gripe como del resfriado se transmiten a través de los conductos nasales. Alguien estornuda o tose a nuestro lado, y terminamos aspirando gotitas microscópicas de su saliva que transportan los agentes infecciosos. Cabe destacar que la saliva que acompaña a un estornudo puede alcanzar hasta 5 metros de distancia.
El frío nos impulsa a resguardarnos en espacios cerrados, como nuestras casas, oficinas o transporte público, y en todos estos sitios hay personas que pueden estar enfermas. Además, la calefacción reseca el aire y nuestras mucosas. Una nariz reseca hace mucho más fácil que los virus y bacterias se agarren a ella.
Pero para un virus no es sencillo infectarnos. Antes de llegar al interior de las células del tracto respiratorio, tiene que atravesar unas cuantas barreras físicas y químicas, y una de estas primeras defensas son los mocos, en los que se quedan atrapados la mayoría de virus que respiramos.
Luego, las células de nuestra tráquea tienen lo que se conoce como cilios (una especie de pelitos) en la superficie que laten rítmicamente. Este movimiento hace que los mocos se muevan hacia arriba, lleguen al cuello y nos los terminemos tragando, por lo que el destino final de los virus enganchados en éstos, es acabar digeridos por el ácido del estómago.
Pero con el frío, el movimiento de los cilios se ralentiza, algo similar a lo que ocurre con el humo de cigarro, por lo que el moco se mueve más lentamente y el virus tiene más tiempo de llegar a la superficie de las células, iniciando así una respuesta de nuestro sistema inmune contra la infección, es decir, con la producción de más mocos, tos, malestar general y fiebre para eliminarlos.
De esta manera, los síntomas que llegamos a sentir no son los virus sino nuestro sistema inmunológico siendo alarmado por algún patógeno. Algo similar a lo que ocurre en las alergias y por lo que a menudo es difícil diferenciarlos al ser causados por un sistema inmune hiperactivo.
En conclusión, el frío no es causa directa de la gripe o cualquier infección respiratoria, este es un pequeño factor que puede propiciar una posible infección a causa de la aglomeración, la poca ventilación, la falta de higiene o por la hipomovilidad de los cilios respiratorios, siendo más susceptibles aquellos que no cuentan con un sistema inmune competente.
Es importante saber que una infección viral no se trata con antibióticos y su uso indiscriminado es la causa de que muchos microorganismos se hagan cada vez más resistentes. Para paliar los síntomas se puede recurrir a alimentos naturales como el jengibre que tiene propiedades analgésicas, antipiréticas y antibacteriales; jugos multivitamínicos; baños de vapor con eucalipto, que es expectorante; bebidas calientes que proporcionan alivio inmediato al flujo nasal, la tos, los estornudos y la irritación de garganta como una infusión de ajo picado (antiséptico natural), miel y limón.
Este último no sólo aporta vitamina C, sino que tiene propiedades antibacteriales, antivirales y antiinflamatorias; o un te de corteza y bayas de sauco, que por su contenido de ácido salicílico ayuda a aliviar el dolor y la fiebre. Por su parte la miel es un expectorante natural, ayuda a eliminar las flemas, y es útil para controlar y combatir las infecciones en la garganta, gracias a sus cualidades antisépticas. Un buen descanso ayuda a que tu sistema inmune actúe mejor, acelerando el proceso de recuperación ya que el cuerpo puede dedicar más energía a combatir la enfermedad.