Inteligencia emocional y musicoterapia

Sentimos las emociones en nuestro cuerpo, eso ya es conocido, experimentado por todos nosotros y los estudios científicos realizados al respecto son muchos. Aunque desde hace poco se sabe que los intestinos y el corazón poseen un sistema de neuronas en una red neuronal característica de cada uno, que son como pequeños cerebros en el interior de nuestro cuerpo. Estos cerebros locales son capaces de tener sus propias percepciones, de modificar su comportamiento en función de éstas, e incluso de transformarse después de sus experiencias, es decir en cierta manera de formar sus propios recuerdos.

Además de tener su propio sistema de neuronas el corazón es una fábrica de hormonas. Adrenalina, cuando necesita funcionar al máximo de sus capacidades; ANF, que regula la presión arterial; y la oxitocina, la hormona del amor. Todas éstas actúan sobre el cerebro directamente. El corazón percibe y siente y además influencia todo el organismo, comenzando por el cerebro. De ahí, todos los casos de ansiedad, depresión, dificultades respiratorias, palpitaciones, etc. La relación entre el pequeño cerebro del corazón y el cerebro emocional es una de las llaves de la inteligencia emocional. Consiguiendo controlar nuestro corazón, conseguimos dominar nuestro cerebro y viceversa, puesto que la relación más fuerte entre ellos está establecida por lo que llamamos el sistema nervioso periférico autónomo.

Según la calidad de nuestras emociones, las reacciones que tengamos ante las circunstancias de nuestra vida van a determinar el estado de caos o de coherencia de nuestro ritmo cardiaco y por lo tanto de salud o de enfermedad en nuestro cuerpo.

¿Cómo conseguimos controlar este ritmo y desarrollar la coherencia, que es la fuente de la salud emocional y física? A través de la respiración consciente y el control sobre la misma en momentos intensos a nivel emocional.

¿Cómo llegar a la coherencia cardiaca en un mundo que nos empuja a vivir en un estrés casi permanente? La música, las vibraciones, y el sonido tienen un lado científico: la musicoterapia, poco conocida y desarrollada. Las vibraciones musicales y en concreto instrumentos como los cuencos tibetanos nos ayudan a regular las funciones a nivel fisiológico, acústico, en el cerebro y el corazón, en relación al desarrollo del nivel de coherencia cardiaca y relajación cerebral.

Los cuencos tibetanos emiten básicamente la frecuencia de la onda Alfa, que es la que irradia el cerebro cuando está en sueño semiprofundo o en estado de relajación y meditación. De ese modo, y siguiendo la ley físico acústica de la resonancia, cuando lo escuchamos entramos directamente en onda alfa, lo que regula nuestro nivel de coherencia cardiaca, calma nuestra mente bulliciosa y restablece una respiración diafragmática profunda mejorando directamente el estado físico, emocional y energético de la persona que recibe el sonido.

Además los cuencos colocados en diferentes partes del cuerpo, emitiendo su característica vibración, masajean con el sonido incluso el interior de los órganos, vísceras, músculos, huesos. La onda expansiva del sonido se expande y viaja a través de nuestro cuerpo que vibra al unísono con este sonido armonioso y recupera una paz interna que equilibra el sistema inmunológico, nervioso y hormonal, ayudando enormemente a despertar el poder de sanación que el cuerpo tiene naturalmente.

Estos instrumentos musicales emiten frecuencias de un sonido base más multitud de armónicos, que son al sonido lo que las diferentes tonalidades de un color son a un color en concreto. Estos armónicos naturales agudos dinamizan los micromúsculos del oído interno que a su vez sirven de dínamo y batería recargando de energía el cerebro, y de nuevo aportando la fuerza a los sistemas inmunológico, hormonal y nervioso con el consiguiente beneficio general desde lo físico pasando por lo emocional, mental y energético.

Cuando sabemos que la mayoría de los desarreglos y disfunciones o enfermedades provienen de las consecuencias negativas del estrés acumulado, el hecho de recibir estos sonidos con todas sus facetas de actuación, nos pueden ayudar en cualquier tipo de enfermedad o proceso de vida.

Añadir que también la onda expansiva del sonido tiene su influencia en el agua y líquidos de nuestro cuerpo, desde las aguas intracelulares hasta el fluido general sanguíneo, y tomando los estudios de Emoto sobre los cristales del agua y su reacción ante las palabras y sonidos positivos, podemos imaginar la envergadura de estos instrumentos musicales provenientes del Tíbet en materia de salud y bienestar, además de toma de conciencia y de herramienta de crecimiento personal.

Obsequiamos momentos de respiración y paz interior, con las ondas expansivas de tranquilidad que emiten los sonidos de los cuencos tibetanos, ofrecernos sentir la vibración Alfa para nuestro cerebro y corazón en una sesión de cuencos es regalarnos salud y una larga vida llena de bellos y positivos momentos.

Esta terapia es tanto dirigida para adultos como para adolescentes y niños.

Gaia Medina, musicoterapeuta, músico profesional y madre, dedica su labor a la investigación del poder curativo de la música y los sonidos armónicos desde hace más de quince años, tanto a nivel de la salud como en el ámbito educativo, donde desarrolla con su esposo, Yann Bourquin, talleres para el fomento del desarrollo del aprendizaje emocional y social a través de la musicoterapia.

Acaban de llegar a Playa y están dando a conocer su trabajo, para compartir las virtudes positivas y curativas de la música en su faceta terapéutica y vibracional.

Contacto:
Gaia Medina y Yann Bourquin
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984.196.44.80