Llave maestra

Hay caminos que recorro a diario, me sé de memoria sus relieves y los accidentes en su geografía; también hay pasillos que atravieso una y otra vez, como una especie de protocolo de actuación; algunos caminos tienen brechas, que a veces, bajo mi propio riesgo exploro, en las que antes me perdía.

Por regla general, todas las habitaciones están cerradas, particularmente ludotecas, celdas y cámaras de tortura; a excepción de dos o tres de ellas, por la frecuencia de su uso.

Hay puertas que definitivamente están clausuradas.

La interacción con las ventanas no está restringida, pero se advierte que en algunas de ellas siempre está lloviendo, y que hay ventanas que invitan a saltar.

Tengo una llave maestra, que abre los ojos y todas las puertas, especialmente las que están clausuradas.

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