Orar sintiendo
Madre nuestra que estás en el origen de la palabra busco tu nombre en la memoria de mis manos en el aliento susurrado de tu canto.
Tu cuerpo redondo es nuestra casa.
La voluntad que emanas nos levanta dignos frente a los espejos.
Haz que el pan tome su forma mientras creo.
Permítenos la conexión con el corazón de la tierra cuando miramos al cielo buscando adentro.
La danza de la noche son nuestras ofrendas. En nuestras entrañas no hay tentación solo la alegría de lo vivo.
Perdónanos cuando damos la espalda a lo sagrado de la existencia.
El mal mora en los miedos no enfrentados en las sombras no abrazadas.
Libéranos del sueño y del letargo en la cueva del olvido.
Amemos, amemos amen.
Por: Mercedes Bautista Artista visual y poeta
Etiquetas: Edición 104