De Película
El sábado pasado estaba tan cansado que me di el lujo de levantarme un poco más tarde; después de desayunar me dispuse a ver la programación en la televisión; estaba cambiando canales y entonces me encontré con la película de Will Smith, “The Pursuit of Happyness”, una de mis favoritas; la he visto demasiadas veces, pero siempre me atrapa (quizá porque me identifico mucho con el protagonista en tantos aspectos, pero esa es otra charla), para mi suerte estaba empezando y por milésima ocasión la vi de nuevo. Por si fuera poco y para mi asombro, al finalizar ésta transmitieron otra de mis películas favoritas del mismo actor que se llama “Seven Pounds”, cuyo tema principal en piano es sencillamente sublime y sí, también la vi completa.
Estas producciones siempre me hacen reflexionar.
La primera película trata sobre la perseverancia, la fortaleza del espíritu ante la adversidad, la realización de los sueños que a menudo parecen imposibles, esa pequeña parte en nuestras vidas que se llama felicidad y su constante búsqueda; además está basada en hechos reales. La segunda nos habla de altruismo, filantropía y en cierta forma sobre el enamoramiento y el amor de pareja, pero también sobre la culpa, la redención y el sacrificio.
Ya que estoy nombrando mis películas favoritas de todos los tiempos debo mencionar a Robin Williams en “What Dreams May Come”, un melodrama a través del cual se nos muestra una visión muy dantesca sobre el cielo, el purgatorio y el infierno, la prevalecencia del amor en estos círculos cuando es verdadero, la espiritualidad e incluso la reencarnación; su final en mi opinión es muy sutil pues la película inicia con la misma escena y la misma frase: “When I was young, I met this beautiful girl by a lake”.
No puedo pasar por alto a Joaquin Phoenix en “Her”, otra de mis películas preferidas, que nos muestra con gran acierto la complejidad de las relaciones humanas, la superposición del ego sobre el afecto, las dos caras de la moneda de la tecnología y el amor en la modernidad. También debo mencionar a Tom Cruise y Penélope Cruz en “Vanilla Sky”, una cinta que nos muestra la importancia de los pequeños detalles, las consecuencias de nuestros actos y decisiones, el espejismo de las fantasías en las que ocasionalmente nos refugiamos y la zona de confort que se convierte en miedo y desamor; el final es genial, con un diálogo entre los personajes protagonistas que me fascina:
- “Look at us. I’m frozen and you’re dead, and I love you”.
- “It’s a problem”.
Podría mencionar varias frases impresionantes de estas películas, pero no es mi intensión.
Lo que quiero es compartir con Uds. una breve reflexión sobre estos temas tan comunes y a la vez tan importantes.
A menudo confundimos la amistad y la conveniencia, el amor, la atracción y la simpatía; lo mismo nos sucede con el deseo, la pasión y la obsesión; somos incapaces de encontrar las diferencias entre la tristeza, la nostalgia y la melancolía; no alcanzamos a distinguir la plenitud de la felicidad y la satisfacción; todo lo mezclamos en nuestra caja torácica y así emprendemos el vuelo, nos estrellamos, caemos y nos rompemos en mil pedazos y volvemos a levantarnos para intentarlo de nuevo con los mismos o peores resultados.
Todos queremos encontrar al amor, tener éxito, pero sobre todo queremos ser felices; es lo que un padre anhela para sus hijos y lo que cualquier persona que ama desea para su amado(a); pero la felicidad es subjetiva, no es lo mismo para unos y otros; es relativa, depende de la conjunción de múltiples aspectos; además es pasajera, no es un lugar al que se pueda llegar y donde pueda uno quedarse de manera indefinida o por espacios prolongados de tiempo.
La felicidad se puede acariciar al cumplir un anhelo; al realizar un sueño; al ayudar al prójimo; al compartir tiempo de calidad con personas que amas; al escuchar ese tipo de música que te transporta; al hacer lo que te apasiona; al cantar; al bailar; al tomar una taza de café; al observar la lluvia; al sumergirse en el mar; al escribir una columna para una revista.
Para ser feliz no existen guías ni mecanismos establecidos, pero después de muchos años encontré una fórmula que me ha funcionado cada vez que la he puesto en práctica y que quizá también podría funcionar para ustedes.
La fórmula es la siguiente: agradece; decreta; escucha, habla, actúa; baila, sonríe, canta siempre que sea posible; cree, crea; cultívate, aliméntate, cuídate; trátate con cierta cantidad de respeto; ama, besa, abraza; duerme, sueña; en cualquier orden.