Compromiso

A menudo en nuestro vocabulario cotidiano empleamos expresiones tales como: “tengo que”, “debo de” o alguna variación de éstas. Expresiones que pasan desapercibidas pero que denotan puntualmente aquello con lo cuál estamos comprometidos o nos sentimos obligados.

Habría que distinguir entre los conceptos de compromiso y obligación, porque pese a ser empleados a manera de sinónimos, no lo son en su acepción primaria, esto es, su esencia.

La obligación por su parte es un gravamen, una carga independiente de la voluntad, frente a la cual nos colocamos como deudores de su realización y con efectos generalmente negativos en caso de incumplimiento.

El compromiso por otra parte es una virtud, es el triunfo de la voluntad sobre lo adverso; cuando estamos comprometidos con algo importan muy poco o nada las dificultades que puedan llegar a presentarse, es un sinónimo de dedicación y persistencia.

Habiendo comprendido la distinción entre obligación y compromiso, me acuesto tarde, me levanto muy temprano; aún está oscuro al abrir los ojos, el sol no saldrá sino hasta las siete de la mañana; la voz que al despertar me pedía no levantarme no se escucha, seguramente se quedó dormida; mi ritual es más sencillo ahora, todo está preparado, la ropa, los zapatos, las ganas de hacer bien las cosas, incluso el café está listo.

Abordo el bote hacia tierra firme, no hay vórtices que me transporten al futuro, ni al pasado, ni a mundos paralelos ni a realidades alternas.

Al llegar a puerto camino sin prisa, como quien tiene la certeza de llegar y tiempo de sobra.

Saludo al policía de la escuela primaria que me queda de paso, y espero el autobús que me llevará a esa parte de mi vida que se parece mucho a un solo de guitarra.

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