Día Internacional Libre de Bolsas de Plástico
Por: Cristóbal C. Carrión H. *
Es posible que nuestra irresponsabilidad como sociedad, población y especie humana ante el impacto que está ocasionando el plástico a los ecosistemas y a los organismos vivos y sus complejas funciones que desarrollan para mantener la vida en nuestro planeta —el único que conocemos que la tiene—, se deba al desconocimiento de la historia de este moderno e innovador material y su sorprendente capacidad de ser moldeado.
El plástico y sus derivados, tal como los conocemos actualmente, existen en este mundo desde hace no más de 200 años, son materiales relativamente recientes, no obstante, hoy están presentes en todo el mundo y son el principal factor de contaminación del agua y del suelo. El antecedente, quizá, más remoto del plástico pudiera considerarse en el siglo XVI, antes de la era actual, cuando los pueblos mesoamericanos aprendieron a utilizar el caucho de látex, resina del árbol del chicozapote (Manilkara zapota), para fabricar pelotas, figuras humanas y bandas elásticas para sujetar las partes de sus herramientas líticas. En su fabricación descubrieron el proceso de la vulcanización, método por el cual los neumáticos modernos pasan en su elaboración, y el cual fue desarrollado y difundido en el siglo pasado por el estadounidense Goodyear.
El primer material plástico contemporáneo surgió a partir de un concurso para resolver un problema ambiental del segundo lustro de 1800, la enorme cacería y matanza de elefantes que eran perseguidos para extraerles el valioso marfil de sus defensas dentarias, material con el cual se elaboraban múltiples objetos y ornamentos, entre ellos cubiertos, peines, teclas de piano, bolas de billar, entre muchos otros. Así, John Wesley Hyatt inventó el celuloide, un material maleable, barato, obtenido a partir de las fibras de algodón y su tratamiento con alcanfor. Con el mismo objetivo, en 1907, el químico belga Leo Hendrik Baekeland inventó un material plástico totalmente sintético, inflamable, aislante y económico, que se conoció en su honor como “baquelita”, el cual marcó el inicio de la llamada “era del plástico”.
Se llegó a hablar de la baquelita como el material de miles de usos, ya que se la podía moldear de cualquier forma, y así fue, pues con el tiempo con su mezcla y composición se empezaron a elaborar varios materiales más que fueron sustituyendo a los metales, vidrios y fibras naturales. Así nacieron las bolsas de plástico, chiquitas, grandotas, con asa, sin asa, delgadas, gruesas y de múltiples colores y finalidades. Este material genéricamente es conocido como playo o Poli Etileno de Baja Densidad (PEBD) o LDPE, por sus siglas en inglés.
El polietileno, junto con el polipropileno, son los plásticos más empleados en la actualidad y los podemos encontrar en todo el planeta y su amplio uso ha generado un gran problema medioambiental. Los plásticos, en general, son derivados del petróleo, han sido fabricados por el humano y sus fórmulas no son reconocidas por ningún organismo vivo del planeta como alimento para su descomposición, por lo que desde su fabricación se han estado acumulando en diversas y muy amplias áreas, muchas de ellas en los océanos, formando enormes islas de basura, como la ubicada en el océano pacífico.
Para hacer conciencia de la enorme afectación de los plásticos y en especial de las bolsas de este material, se ha instaurado el 3 de julio de cada año como el Día Internacional Libre de Bolsas de Plástico, que además busca eliminar las bolsas de plástico de un solo uso, reducirlas y fomentar su consumo responsable. Al ser elaboradas con materiales poliméricos sintéticos, las bolsas plásticas se producen en segundos, pero tardan hasta más de cien años en degradarse. Estos materiales son muy contaminantes y dañinos para los ecosistemas y la salud. Muchos de ellos son tóxicos.
Los plásticos, a pesar de su enorme afectación ecológica, son cruciales para la vida y la industria moderna, y su producción parece no tener freno, a pesar del intenso activismo y diversas leyes que han impuesto prohibiciones al plástico de un solo uso. Por su parte, la industria del plástico intenta apresuradamente dar con un material plástico biodegradable, o incluso con alguna cepa de bacteria u hongo capaz de consumir sus moléculas y retornarlas a sus componentes orgánicos originales. No obstante, la investigación va lenta. Es por ello que se hace necesario seguir difundiendo la importante conciencia sobre el daño que los productos químicos ocasionan a los ecosistemas, a los organismos vivos y a nuestra salud. Por el derecho a la vida, a la salud humana y a la de los demás seres vivos con que compartimos este planeta, debemos adoptar nuevos hábitos, ecológicamente armoniosos y amigables, de otra forma no solo estaremos condenando a muerte a millones de criaturas sino llevándonos a nosotros mismos a la extinción.
* Maestro en ciencias y biólogo. Divulgador de la ciencia, escritor y ex director del Planetario Sayab. Capacitador, gestor y auditor ambiental.
Un apasionado del conocimiento y de su exploración.
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