Diego Rivera y su arte insurreccional

Considerado uno de los grandes muralistas latinoamericanos del Siglo XX, este mes se festeja su natalicio en honor a su gran legado.

Hace unos años tuve la oportunidad de trabajar en la Antigua Academia de San Carlos, en la CDMX, con el privilegio de consultar los acervos de documentos y obras que ahí se resguardan, en ellos quedó el registro del artista Diego Rivera, listas de asistencia de cuando fue alumno, oficios, memorándums, cartas, fotografías, de la época en la que fue director y algunas obras de los talleres de dibujo a los que asistió. Antonio Fabrés, fue uno de sus muchos maestros, su paso por una de las academias de arte que lo formó e impulsó desde que era un niño, y modeló su ideología revolucionaria e impulsó una nueva manera de crear pintura, recuperando saberes prehispánicos y combinándolos con los europeos que aprendió con sus maestros en el país y en el extranjero.

La Academia resguarda obra gráfica de su autoría, parte de los ejercicios que como alumno realizaba, así como algunos bocetos de murales, que son de un nivel de destreza y observación relevante, de alguien que se tomaba seriamente las formalidades de cada disciplina de las artes plásticas que aprendía en sus clases.

Mucho se ha escrito sobre la importancia de la obra de quien es uno de los artistas más destacados de México en el presente siglo, y que tuvo el mérito -después de una larga permanencia en Europa, donde figuraba entre los principales exponentes del cubismo en boga- de renunciar a esta destacada posición y regresar a su patria para redescubrirla, hurgar en sus orígenes prehispánicos y, a partir de estos, encontrar la propia identidad de nuestro arte, volviéndolo más independiente de las influencias académicas europeas.

Diego Rivera fue un artista formal que vivió en una época de un país agitado por las revoluciones en el mundo, el surgimiento de los nacionalismos y el reconocimiento del arte de las culturas ancestrales, del modernismo como eje estético de la época. Diego fue un investigador de ellas, fue un gran ejecutante de técnicas pictóricas complejas que aprendió en la Academia y en Europa en donde tuvo la oportunidad de conocer la obra y a artistas con una ideología y plástica efervescente y visionaria para su época.

De Diego Rivera se ha escrito mucho, su nombre completo era Diego María de la Concepción Juan Nepomuceno Estanislao de Rivera y Barrientos Acosta y Rodríguez y nació en la ciudad de Guanajuato el 8 de diciembre de 1886. A los 10 años ingresó a la Academia de San Carlos, pues desde pequeño presentaba ya habilidades pictóricas. Más tarde entró en contacto con el modernismo gracias a sus viajes de estudio a Madrid y París.

Rivera se destacó también por ser un ensayista muy polémico, ya que publicó junto a André Breton el “Manifeste pour l’Art Révolutionnaire”.

Diego retrató todo lo nuestro, especialmente el mundo indígena, al que siempre veneró con auténtica admiración. Con sus murales inició un verdadero renacimiento del arte mexicano, acompañado de Orozco, Siqueiros y Tamayo, todos por diferentes caminos, igualmente válidos.

De su obra se sigue escribiendo, existen investigaciones recientes que arrojan información nueva sobre sus procesos y materiales pictóricos, su revolución no sólo fue en el campo de las ideas sino también en los materiales que empleó. Durante un año, un grupo de investigadores realizó un análisis minucioso de uno de sus murales, partícula por partícula y átomo por átomo. Parte de sus resultados se muestran en el documental “Los caprichos secretos de Diego”, cuya primera parte se presentó en la sala Julio Prieto del Centro Cultural Universitario el viernes 17 de febrero del 2019.

El proyecto estuvo a cargo del Instituto de Física de la UNAM, en manos del equipo de los investigadores que conforman el Laboratorio Nacional de Ciencias para la Investigación y Conservación del Patrimonio Cultural (LANCIC), uno de los más avanzados a nivel internacional, con más de quince años activo y liderado por José Luis Ruvalcaba Sil, investigador del Instituto.

Por medio de la imagenología (una técnica no destructiva de irradiación), el objetivo del equipo del LANCIC fue conocer la paleta cromática de Rivera, “entender su obra, su método y su técnica”.

Tomaron más de 2,500 fotografías del mural, de distintos espectros de onda, para luego analizarlas en el laboratorio con tecnología como el infrarrojo, para saber cuántos pigmentos tiene la obra, y la radiografía digital para conocer la estructura sobre la que está montada.

Y hay resultados interesantes. El equipo del LANCIC encontró la estructura química de cada pigmento de color que usó Diego Rivera en la obra.

“Los caprichos secretos de Diego” se presentó en Filmoteca de la UNAM y relata el trabajo que llevaron a cabo los investigadores, e incluye entrevistas a Ruvalcaba y su equipo de colaboradores así como a Mercedes Sierra, docente de la carrera de Diseño y Comunicación Visual de la FES Cuautitlán.

Escucha una conferencia en la propia voz de Diego Rivera: https://hearthis.at/fonoteca-nacional-de-mxico-pk/track-1/

Para conocer sobre la investigación de la UNAM: https://fb.watch/9qptvha1Or/

Por: Mtra. Sandra Serrano Soto

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