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El Burj Khalifa, maravilla de la ingeniería moderna

Este edificio, situado majestuosamente en el horizonte de Dubái, Emiratos Árabes Unidos, se erige como una proeza arquitectónica y una muestra deslumbrante de la ingeniería moderna. Este coloso de vidrio y acero, inaugurado en 2010, ha redefinido los límites de la construcción de rascacielos y se ha convertido en un ícono reconocido a nivel mundial.

Con una altura asombrosa de aproximadamente 828 metros, el Burj Khalifa supera con creces a cualquier otro edificio en el mundo. Su diseño futurista y su elegante silueta se alzan como un testimonio de la visión audaz de los arquitectos y desarrolladores que lo concibieron.

La construcción de un edificio de tal magnitud no estuvo exenta de desafíos significativos. El diseño y la construcción del Burj Khalifa involucraron soluciones innovadoras para lidiar con cuestiones como los vientos fuertes a altas altitudes, la expansión térmica y la logística de construcción a gran escala. La torre está compuesta por concreto armado, acero y vidrio, materiales que proporcionan resistencia estructural y durabilidad.

Alberga una impresionante cantidad de pisos, con 163 niveles en total. Sin embargo, la ocupación principal comienza desde el nivel 19 hasta el 108, donde se encuentran lujosas residencias, oficinas de primera categoría y espacios comerciales. El nivel 148 alberga la plataforma de observación “At the Top Sky Lounge”, que ofrece vistas panorámicas inigualables de la ciudad.

Además de su altura imponente, el Burj Khalifa presenta varias características arquitectónicas innovadoras. Su diseño es una interpretación moderna de la arquitectura islámica, incorporando patrones geométricos y elementos inspirados en la naturaleza. La fachada de vidrio reflectante no solo proporciona una estética impresionante sino que también contribuye a la eficiencia energética del edificio.

El Burj Khalifa no solo es una maravilla técnica, sino que también ha dejado una huella imborrable en la cultura y el turismo de Dubái. Su presencia se ha convertido en un símbolo de la prosperidad y la modernidad de la región, atrayendo a millones de visitantes de todo el mundo.

¿Por qué los ojos no se congelan en el frío?

Los ojos, a diferencia de otras partes del cuerpo humano, no se congelan en temperaturas frías debido a su singular respuesta fisiológica. Aunque no son insensibles al frío, los ojos no experimentan la sensación de temperaturas bajas de la misma manera que otras áreas del cuerpo.

Cuando nos enfrentamos al frío, es común que nuestros ojos respondan generando lágrimas. Estas lágrimas, que difieren de las producidas por emociones, cumplen una función protectora esencial. Comprenden una combinación de agua, proteínas como la mucina, lactoferrina y lipocalina, lípidos, enzimas como la lisozima, así como glucosa, urea, sodio y potasio. La concentración de sales en estas lágrimas es comparable a la del plasma sanguíneo.

Estas lágrimas protectoras desempeñan un papel crucial al mantener el ojo húmedo, oxigenado y lubricado. Además, la presencia de sales en las lágrimas puede actuar de manera similar a la sal en el hielo, disminuyendo el punto de congelación del agua.

A pesar de que el frío afecta generalmente a nuestro cuerpo, los ojos son una excepción única. Carecen de termorreceptores, aquellos sensores que nos alertan sobre cambios de temperatura. La razón detrás de esta singularidad radica en la protección natural que brinda la ubicación de los ojos dentro del cráneo, así como en la irrigación constante de sangre que reciben. La superficie frontal de los ojos entra en contacto con el aire precalentado cada vez que parpadeamos, lo que contribuye a mantenerlos a salvo del frío extremo.

Los ratones prefieren el dulce más que el queso

La creencia popular de que los ratones tienen una preferencia innata por el queso es en realidad un mito. En la realidad, los ratones no muestran una predilección natural por el queso. Los estudios científicos sugieren que los ratones son más atraídos por alimentos ricos en carbohidratos y azúcares que por productos lácteos como el queso.

En experimentos de laboratorio, se ha observado que los ratones tienden a preferir alimentos dulces en lugar de alimentos salados o grasos. Los alimentos con alto contenido calórico y azucarados suelen ser más atractivos para ellos. En la naturaleza, los ratones buscan alimentos que les proporcionen la energía necesaria para su supervivencia, y los alimentos dulces son una fuente eficiente de calorías.

Por lo tanto, si bien el queso puede ser utilizado como cebo en trampas para ratones debido a su olor fuerte, no necesariamente prefieren el queso como un alimento por sí mismo. Es importante recordar que las preferencias alimenticias pueden variar entre diferentes especies de roedores, pero la asociación directa de los ratones con el queso es más un elemento cultural y cinematográfico que una realidad biológica.

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