Sabías que...
La salsa ketchup se comercializó como medicamento
En la década de 1830, al Dr. John Cook Bennett, el presidente del departamento médico de la Universidad de Willoughby en Ohio se le ocurrió que los tomates podrían curar enfermedades como la diarrea, la ictericia y la indigestión.
Incluso convirtió la ketchup en píldoras, lo que lo hizo parecer aún más legalizado. Una vez que las píldoras del Dr. Bennet llegaron al mercado, los impostores comenzaron a vender sus propias píldoras a base de tomate, quienes vendían laxantes sin ningún rastro de tomates. Además afirmaban que podían curar cualquier enfermedad.
Debido a esas afirmaciones falsas, el imperio de la medicina ketchup colapsó en 1850.
La sensación de ardor que tienes cuando comes picante es una reacción mental y no física
Los chiles contienen una sustancia química conocida como capsaicina la cual engaña a tu cerebro para que creas que tu boca está ardiendo o experimentando cantidades excesivas de calor.
Esta sustancia se une a los receptores del dolor en nuestros nervios llamados TRPV1. Normalmente, reacciona al calor enviando señales de advertencia al cerebro. Como la capsaicina hace que TRPV1 envíe esas mismas señales, reaccionas como si hubiera algo caliente en tu boca. Pero, esa sensación de ardor es mental, no física.
Entonces tu cuerpo trata de refrescarse, comienzas a sudar y las lágrimas escurren, esta es la manera en que tu cuerpo elimina la “amenaza”.
Por lo tanto morder un pimiento picante tiene el mismo efecto en el cerebro que tocar una estufa caliente. Sin embargo, la capsaicina no daña el cuerpo de la misma manera, al menos no en pequeñas cantidades, sólo confunde a tu cerebro para que crea que está siendo quemado. Esto se le llama “dolor falso” porque aunque lo sientas no te causa daño físico.
Pero entonces, ¿por qué la gente disfruta de la comida picante? En respuesta al dolor, el cerebro libera endorfinas y dopamina. Estos productos químicos se combinan y crean una euforia similar a la adrenalina.
Las tortugas marinas poseen un GPS interno
Estos reptiles marinos migran miles de kilómetros durante toda su vida para comer, reproducirse y poner huevos. Para lograrlo poseen una herramienta especial que les permite navegar estos largos viajes y volver al mismo sitio: un GPS interno. Y para hacerlo se valen del campo magnético de la tierra. Así como los marineros utilizan la latitud y longitud para navegar por alta mar, las tortugas detectan pequeñas variaciones en el campo magnético y son capaces de detectar dónde están las costas. Por esta razón muchas hembras pueden volver a la playa donde nacieron para poner sus huevos.
Aunque no se sabe exactamente cuál es el órgano receptor de la información magnética, algunos creen que en el ojo hay ciertos elementos de hierro que se activan con las señales magnéticas, los cuales transforman los datos magnéticos en señales eléctricas neuronales, según la Universidad Autónoma de México.
El señor Roger Brother de la Universidad Carolina del Norte, explicó que las tortugas marinas poseen diminutas partículas magnéticas en su cerebro a partir del mismo material utilizado para fabricar las agujas de las brújulas y estas partículas magnéticas también responderían al campo de la Tierra.
En un principio se creía que sólo detectaban la inclinación del campo magnético, pero lo más sorprendente es que también pueden descubrir la intensidad del campo magnético, siendo más intenso en los polos y más débil en el Ecuador.
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