Mi niña/o habla poco ¿Qué puedo hacer?
Nuestro espacio de trabajo recibe, en muchas ocasiones, familias con esta situación, con un tinte ya de preocupación, en donde su pequeño/a tiene nulo o escaso lenguaje oral. Padres, que ellos mismos pueden darse cuenta sobre la falta de la palabra; o también pueden ser alertados por algún familiar, que siendo un poco más objetivo evidencia que la comunicación del pequeño se reduce a gestos y sonidos cuando ya debería de haber un vocabulario que acompañe a la comunicación pre verbal.
También en muchos casos, el signo de alarma viene dado por el ingreso a la guardería o kínder. Ellos se encargan de mencionar la escasez del lenguaje oral del pequeño/a, remarcando la importancia y necesidad de fomentarlo o de pedir ayuda profesional para la aparición del mismo.
En otras ocasiones ocurre que la escuela necesita de la traducción de papá o mamá para esas “palabras’’ poco claras, o piden el diccionario propio familiar, para comprender determinados vocablos que solo lo traducen los padres o hermanos; lenguajes propios que se crean en el seno familiar, y que obstaculizan la comunicación del pequeño fuera del hogar.
Los niños desde que están en el vientre materno, se comunican; y la comunicación es la base para luego poder desarrollar el lenguaje oral. Al escuchar la voz de mamá, el bebé patea, al sentir las cálidas manos de papá sobre la pancita de mamá, el bebé se mueve.
Cuando este pequeño nace, su comunicación es a través del llanto, la sonrisa, hace muecas de agrado, de desagrado. Mira a su mamá a los ojos cuando lo amamanta o le da el biberón. Juega con su padre y hermanos, y comienza a emitir sonidos, acompañado de un cuerpo que se mueve y se expresa.
Luego, esta comunicación que mencionamos, comienza a complejizarse... aparecen los gestos, señalamientos, conductas en respuesta a una situación. El bebé grita de felicidad, de enojo, de sorpresa, grita en reclamo a su necesidad de alimentación, sueño, de pedir que le presten atención y jueguen con él o ella.
La mirada compartida, la atención conjunta a la hora de jugar, el balbuceo para empezar a decir..., las onomatopeyas, la imitación a través de gestos y sonidos, toda esta comunicación que se va dando de manera casual y natural.
Si bien la palabra aún no ha aparecido, sí tenemos un espacio comunicativo con una riqueza inmensurable, en donde nuestro pequeño/a está estimulado, es comprendido y como tal se responde a esa forma de comunicación, la cual es acorde a su desarrollo.
Ahora bien, las preocupaciones comienzan cuando no aparece la palabra, el lenguaje oral no hace su aparición. Niños de 2 o 3 años que su comunicación ha quedado reducida a gritos, llantos o sonidos que solo se comprenden dentro del círculo familiar, que simplemente mamá puede traducir. Y automáticamente aparece la pregunta, ¿Qué pasa con mi hija/o?
Nuestro trabajo, si bien se centra en ver y observar al niño, sus necesidades y ver qué está sucediendo con él o ella, también nos ocupamos de mirar a la familia. ¿Cómo se comunican los padres?, ¿Qué lugar tiene la palabra en ese espacio familiar?, ¿Qué le estamos pidiendo a nuestro hijo/a y de qué manera?
Mamá y papá, deben tener en cuenta que la comunicación es un proceso complejo. Todos los seres humanos, en nuestras distintas etapas del desarrollo, bebés, niños, jóvenes, adultos, ancianos, nos comunicamos haciendo el uso de gestos, señalamientos, expresiones y la palabra. Uno va dando lugar a otro, y de esa manera la comunicación de cada hablante se enriquece y complejiza.
Entonces, cuando nuestro pequeño hable poco, lo que necesitamos hacer los adultos que estamos con él, es al gesto o la acción que desarrolle ponerle palabras: “se cayó”, “dame”, “sí”, “más”, “hola”, “pelota”. Una palabra que acompañe a la acción u objeto que desea. También es importante el lugar y uso que hacemos de la palabra. Empezar a pedirle al niño estas palabras a la hora de reclamar sus necesidades básicas: la lechita, su juguete preferido, ir al parque, jugar a la pelota. Recuerden que el lenguaje oral, si bien se va dando de manera natural, solo va a aparecer si generamos un espacio comunicativo y fomentamos el uso de la palabra como un comunicador más. Es importante ofrecer un espacio para su práctica consciente, para el uso total y completo de la comunicación y luego utilizarlo en la vida cotidiana.
Creemos que hablar es comunicarnos, y la realidad nos demuestra que no es así. Que necesitamos de todos los componentes para que las personas nos logremos comprender. Entonces, las familias debemos fomentar con nuestros pequeños la comunicación total para que, cuando la palabra haga su aparición y se sume como otro componente más, logremos hablantes con uso y apropiación completa del lenguaje.
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Por: Natalia A. Alioto
Lic. en Educación Especial
Etiquetas: Edición 106