Discusiones entre niños ¿Problemas que resuelven los niños o los adultos?

Me quitaron mi juguete, me rompieron mi dibujo, no me devuelven mis colores, me dijeron que soy muy lento, se burlaron por no responder bien... Son mensajes muy cotidianos que los maestros escuchan entre los niños y jóvenes en los salones de clase. Peleas de hermanos que los padres oyen de manera diaria. Discusiones entre los niños del barrio/ cerrada que terminan en situaciones más complejas.

Los niños intentan explicar, defender su postura, cada uno desde su perspectiva, desde su enseñanza y educación de casa, desde su cultura. Y esto lleva a una lucha por marcar límites ante un amigo/ compañero/ hermano.

¿Y cómo se resuelve? En general no hay resolución... Esto termina en un ganador y un perdedor. GANA la persona que es más grande, que se impone con mayor fuerza, el que por su carácter intimida. El que PIERDE, llora, grita, se enoja, frustra, a veces reacciona con golpes por la impotencia de no poder, y se resigna a ser el perdedor en esta batalla.

Cuando el adulto interviene, ya la situación ha llegado a un extremo y es muy complicada. La respuesta más rápida es: ¡YA BASTA! ¡Vamos a casa! ¡Ve a tu cuarto! ¡Ve a la dirección! No hay resolución de conflicto porque no hay lugar a la explicación y por tanto a la reflexión.

Lo más triste y perturbador en eso es que no hay aprendizaje que lo lleve a actuar de manera diferente ante un suceso igual o similar. Entonces, esto se transforma en una bola de nieve, que se hace más grande conforme los sucesos siguen pasando, conforme los niños se hacen más grandes y “poderosos”.

Y mi pregunta es: ¿los niños deben solucionar sus problemas? ¿Los adultos deben solucionar los conflictos por los niños y jóvenes? O, como todo en esta vida, lo importante es buscar un equilibrio que permita PENSAR - REFLEXIONAR - ACTUAR – APRENDER.

Los niños... ¡Son niños! y por tanto deben de estar siempre bajo la mirada del adulto. ¿Y los jóvenes? Ellos también deben ser supervisados siempre por los mayores. Y... ¿hasta cuándo? Hasta que sean mayores de edad y puedan valerse por sí mismos, bajo su propia responsabilidad.

Por eso debemos darles todas las herramientas durante los primeros 18 años de su vida para luego dejarlos volar con la certeza que son adultos emocionalmente estables y con el equilibrio justo para actuar de manera racional.

Es importante que los niños tengan su espacio para desarrollar su juego, el vínculo con el otro. Darles tiempo ante una situación conflictiva para ver si ellos mismos pueden resolverla. Solo estar atentos como adultos para anticiparnos a una situación más complicada. Allí podrán intervenir de manera anticipada, preguntar qué sucede, escuchar a ambas partes y hacer algunas sugerencias que medien la situación. Quizás ofrecer algunas herramientas, pero siempre fomentando a que la resolución del conflicto surja de ellos mismos.

En el caso de los jóvenes, también los mayores deben estar al pendiente porque los conflictos y maneras de enfrentarlos son más complejos y las reacciones y consecuencias aún más.

Como adultos no podemos juzgar por lo que vimos y dar una solución. Es importante preguntar, escuchar, a cada uno de los involucrados. Cada uno tiene su propio punto de vista, su propia emoción puesta en juego y su propia reacción. Cada uno está transitando por esta vida y librando su propia batalla, por eso es importante escuchar, saber, conocer, y empatizar para luego opinar y, más importante, otorgar sugerencias. Siempre ofrecer un punto de vista neutral y pensar junto a los niños y jóvenes varios modos de resolver este conflicto por el que están pasando.

En otras ocasiones, el conflicto ya está tan avanzado que como mayores solo nos queda el límite fuerte, parar inmediatamente la situación, marcar tiempo fuera para todos los involucrados. Luego llevar a espacios separados para calmarlos y una vez que estén más tranquilos comenzar con esta etapa de reflexión por separado para finalmente hacerlo de manera conjunta.

Escuchar - Reflexionar - Solucionar el problema. Y pensar que en el futuro ante una situación similar tengan las herramientas para actuar de manera diferente. Así los ayudamos a desarrollar su autonomía emocional/conductual de una manera más sana y adecuada.

Es por eso que el adulto debe estar atento y presente en los juegos de niños y jóvenes para ver, acompañar, apoyar y colaborar con una distancia prudencial para que tengan su espacio.

En ningún caso es bueno resolver el conflicto por ellos, porque si así lo hiciéramos, en primer lugar estaríamos resolviendo un conflicto según nuestra visión de adultos, y ellos desde su propia vivencia y edad tienen su propia manera. Y en segundo lugar, lo único que estaríamos haciendo es generar niños con baja autoestima, dependientes, seres poco pensantes y reflexivos, y permitiremos que crezcan siendo personas poco resolutivas en la vida.

Conclusión: EL PROBLEMA DE NIÑOS Y JÓVENES LOS RESUELVEN ELLOS MISMOS, CON LA GUÍA Y EL APOYO DE LOS ADULTOS.

Facebook: Otra Mirada - Playa del Carmen

Instagram: otramirada.mx

Tel: (984) 116 6772

Por: Natalia A. Alioto

Lic. en Educación Especial

Etiquetas: Edición 107