Niños nerviosos: ¿Cómo ayudarlos?
La ansiedad no es un problema exclusivo de la etapa adulta, también pueden sufrirla los niños. De hecho, el número de niños nerviosos y ansiosos ha crecido en los últimos tiempos, probablemente debido a que están sometidos a más presiones que hace algunas décadas.
Muchos padres no sólo les llenan su agenda de actividades extraescolares sino que también los presionan para que obtengan buenas calificaciones, lo cual reduce el tiempo libre de los niños, que es fundamental para que jueguen y se relajen. Por supuesto, también influye el temperamento ya que los niños con ansiedad suelen manifestar un mayor nerviosismo.
¿En qué se diferencian los niños nerviosos de los hiperactivos?
Es importante tener en cuenta que muchos niños son activos por naturaleza. Eso no significa que tengan un problema. La infancia es una etapa de descubrimiento y necesitan poner a prueba sus habilidades motoras, por lo que es normal que sean muy dinámicos y tengan una energía inagotable.
A esto se le suma que hasta los 7 años sus lóbulos prefrontales aún no se han desarrollado lo suficiente, lo cual significa que no pueden mantenerse concentrados en la misma actividad durante largos periodos de tiempo. Eso les lleva a aburrirse con facilidad y cambiar de una actividad a otra, dejando inconcluso lo que estaban haciendo.
Aún así, es cierto que existen niños que muestran un nivel mayor de actividad, que podría catalogarse incluso como hiperactividad. En ese caso, es probable que padezcan lo que se conoce como Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad. No obstante, es importante no confundir un niño nervioso con uno hiperactivo.
El niño con un trastorno de hiperactividad tendrá dificultades para concentrarse durante periodos de tiempo considerados adecuados para su edad. Y esa dificultad se manifiesta en diferentes áreas de su día a día, no sólo en la escuela ya que en ese caso podría esconder en su base un problema de motivación. Por otra parte, muestra un patrón de movimiento excesivo para su edad, tiene problemas para mantenerse quieto incluso en aquellas situaciones que lo requieran.
Las tres características que distinguen a un niño nervioso:
1. Se molesta o irrita fácilmente por situaciones y estímulos que para el resto pasan prácticamente desapercibidos.
2. Se asusta con facilidad por cosas que a sus coetáneos no les provocan miedo.
3. Llora ante la menor provocación o se pone ansioso ante situaciones que no son estresantes para el resto de los niños.
Ese nerviosismo se puede manifestar de formas muy diferentes. Algunos pueden desarrollar tics nerviosos, otros somatizan esa ansiedad y padecen síntomas psicosomáticos como dolores de cabeza y problemas gastrointestinales. También puede hacer que los niños se comporten de manera hiperactiva, que muevan nerviosamente manos y pies cuando deben esperar, ya que ello les permite aliviar la tensión que experimentan.
¿Por qué los niños son nerviosos?
Básicamente, un niño nervioso es aquel que reacciona de manera exagerada ante los estímulos del medio. En algunos casos ese nerviosismo ha sido adquirido debido al entorno en el que ha crecido. Entonces se puede hablar de un patrón de reacción aprendido, probablemente de la madre o del padre, quienes también reaccionan de manera nerviosa ante situaciones cotidianas de la vida. Si los padres dan muestras de miedo, ansiedad y nerviosismo continuamente, el niño asumirá que el mundo es un lugar peligroso y hostil, por lo que no es extraño que responda con nerviosismo.
Sin embargo, en otros casos, se debe a una característica de su sistema nervioso, que es mucho más sensible e híper reactivo. Para entenderlo mejor, es necesario comprender la relación entre el sistema nervioso simpático y parasimpático. Ambos funcionan como un acelerador y desacelerador, la relación que se establece entre ambos determina no sólo la rapidez con la que respondemos ante los estímulos sino también la intensidad de esa reacción y, sobre todo, la capacidad para calmarnos.
La buena noticia es que tanto si se trata de una respuesta aprendida como si es una característica del sistema nervioso del niño, es posible ayudarlo a que gestione mejor sus reacciones.
¿Cómo ayudar a un niño nervioso?
1. Valida sus emociones. Lo peor que podemos hacer es ignorar sus emociones o minimizar su impacto porque puede asumir que lo que siente es inadecuado. En su lugar debemos validarlas. Cuando notemos que está nervioso, podemos decirle: “veo que estás nervioso, ¿quieres que hablemos de lo que te sucede?”.
2. No refuerces su conducta nerviosa. Validar sus emociones no es lo mismo que reforzar la respuesta nerviosa. En algunos casos, el niño puede asumir el nerviosismo como una forma de llamar la atención, ya sea de manera consciente o no, por lo que es importante no darle más importancia de la necesaria. También es fundamental huir de etiquetas como “eres un niño nervioso” ya que estas sólo agravarán el problema.
3. Dale nuevas pautas de comportamiento. El miedo y la ansiedad son emociones adaptativas pero cuando se presentan continuamente convirtiéndose en una pauta de reacción provocan problemas. Por eso, es conveniente brindarles nuevas alternativas de comportamiento. Es fundamental que des el ejemplo ya que si tu hijo nota que todo te genera ansiedad y estrés, responderá de la misma manera.
4. Promueve ratos de relajación. Los niños pueden comenzar a practicar técnicas de relajación y meditación infantil desde los 4 años aproximadamente, adaptadas a su edad y presentadas como un juego. Su principal objetivo es estimular el sistema nervioso parasimpático, que promueve las respuestas de calma.
5. Resta estrés y suma juegos. La infancia debe ser una época de despreocupación donde el juego sea protagonista. Por eso, debemos asegurarnos de que los niños no estén sometidos a una presión escolar excesiva y que tengan tiempo para el juego libre, que es el más desarrollador y relajante. Asegúrate además de que en la casa pueda disfrutar de un ambiente relajado y tranquilo, el estrés y las peleas en el hogar no le facilitarán precisamente deshacerse del nerviosismo.