Rinitis primaveral
La rinitis alérgica o fiebre del heno es un trastorno que se reproduce siempre por las mismas fechas, principalmente con la llegada de la polinización de flores en primavera, y suele aparecer junto con síntomas como estornudos, picor en la nariz, en el paladar, en los ojos y en los oídos, mucosidad nasal clara, lagrimeo y congestión nasal. Igualmente, algunas personas pueden presentar tos, espasmos laríngeos, silbidos en el pecho o hasta francas crisis asmáticas.
El sistema inmunológico humano tiene como función el mantener al cuerpo libre de agentes externos con el propósito de atraparlos, destruirlos y expulsarlos. Esto se puede observar en una infección: el sistema inmunológico detecta la bacteria, el parásito o el virus; se desencadena una serie de eventos inflamatorios como mecanismo de defensa ante el potencial peligro que representa que “algo que no pertenece a nuestro cuerpo se encuentre dentro de él”. A esto se le llama Sistema principal de Histocompatibilidad.
En el caso de las alergias se caracterizan porque normalmente el primer contacto con el alérgeno no produce síntomas. El polen y otros alérgenos inhalados, cuando entran en contacto con la mucosa nasal, son reconocidos por células dendríticas, que presentan el antígeno ante los linfocitos T y se inicia la secreción de interleucinas. Esto provoca la diferenciación de los linfocitos T hacia un perfil Th2 y la activación de linfocitos B, que empezarán a producir inmunoglobulinas E, que guardarán un registro del alérgeno, lo que conocemos como memoria inmunológica. En un segundo contacto con el alérgeno, serán estos anticuerpos los encargados de reconocerlo y de activar la respuesta de los mastocitos y liberación de histamina causando los síntomas de la alergia.
Para los fines de este artículo, lo que concretamente se quiere señalar es que “el sistema inmunológico se despierta cuando una proteína de superficie es detectada como no compatible con el resto de las células (antígeno), y eso inmediatamente convierte a esa célula identificada como potencialmente peligrosa, ya sea que se encuentre en las fronteras del cuerpo o incluso dentro de nuestros tejidos, provocando la acción de nuestro sistema inmunológico.
Como forma de control de la rinitis estacional es esencial evitar la exposición al agente responsable, aunque en este caso resulte peculiarmente difícil pues se trata de pólenes que se encuentran dispersos en el aire. Por ello, se aconseja usar gafas de sol, evadir la primera hora de la mañana y la última de la tarde, no podar el césped o jugar en los jardines en primavera, utilizar aire acondicionado con filtros especiales, evitar la acumulación de polvo en tapetes, juguetes de peluche, e irritantes ambientales que pueden empeorar los síntomas de la rinitis, como el tabaco, smog, aromatizantes en aerosol o insecticidas.
Las opciones terapéuticas, que complementan a las medidas señaladas, son en primer lugar el uso de antihistamínicos que reducen considerablemente los síntomas y que se recomiendan durante las crisis. También se utilizan vacunas y medicamentos homeopáticos llamados nosodes, que ponen en contacto al sistema inmunológico con marcadores inmunológicos o dosis muy pequeñas del agente que causa la alergia y permiten una respuesta adaptativa o desarrollo de inmunidad.
Otra forma de intervenir en la severidad de los síntomas alérgicos es mediante la alimentación. Como lo expone en sus investigaciones sobre inmunología el Dr. Jean Signalet, quien gracias a este entendimiento logró reducir la reactividad del sistema inmunológico para lograr el trasplante exitoso de órganos, esto se logra al exponerse en menor medida a sustancias químicas, como colorantes, saborizantes, conservadores, contenidas en lo que ahora conocemos como comida industrializada, y que representan sustancias relativamente nuevas para nuestra especie, ya que se comenzaron a consumir en tiempos muy recientes y por lo tanto nuestro sistema inmunológico desconoce. Al encontrarse en abundancia en personas que consumen diariamente o hasta varias veces al día este tipo de productos, nuestro cuerpo se mantiene en un estado de alerta inmunológica, estado que al verse despertado por el polen durante la primavera, produce una reacción violenta del sistema inmunológico. El mismo mecanismo de sobreestimulación inmunológica lo podrían constituir el consumo desmedido de proteínas animales en la dieta como factor desencadenante de reacciones inmunológicas cruzadas. Con esto lo que se quiere señalar no es que se trate de productos “malos para la salud” si no que el exceso en su consumo se considera factor agravante, pues existen personas que ingieren hasta 3 veces al día proteínas animales (huevo, lácteos, carnes, etc.) sin que sus necesidades de desarrollo muscular o crecimiento requieran de dicha cantidad.
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