La Casa Orgánica de Senosiain

La Casa Orgánica, del arquitecto mexicano Javier Senosiain Aguilar, construida en 1985, nace de la idea de crear un espacio adaptado al hombre de acuerdo a sus necesidades ambientales, físicas y psicológicas; tomando en cuenta su origen en la naturaleza y sus antecedentes históricos.

El propósito fue buscar espacios semejantes al claustro materno, a los refugios de los animales, al del hombre que en un principio adoptó las cavernas sin modificar su medio, al iglú, a todos los espacios acogedores; cóncavos como los brazos de la madre que acurrucan al niño; espacios continuos, amplios, integrales, liberadores de luces y formas cambiantes que sigan el ritmo natural de los movimientos del hombre; espacios en donde el mobiliario integrado facilite la circulación y aproveche gran parte del área.

Ubicada en Naucalpan, en el Estado de México, la Casa Orgánica, se basa en los requerimientos de las funciones elementales de los seres humanos: un espacio para convivir, con estancia, comedor y cocina, y otro para dormir, con vestidor y banco.

El suelo de la casa está cubierto por una alfombra de color arena, con la idea de identificar la morada con la tierra.

Este mismo color se le dio a los muros y al techo a fin de lograr una continuidad cromática. Al interior de la morada se accede bajando por el caracol que conduce al túnel; se pretendió dar la sensación de entrar a la tierra, de ahí al espacio de estar, comer y cocinar o, al más alejado, que es el área de dormir.

Se analizó el origen y la esencia de las necesidades del hombre y de acuerdo a eso se integró el mobiliario de la casa; en la sala, un asiento largo se amolda al cuerpo de la persona. Algo característico de esta arquitectura es el contacto con la tierra, como el echarse de un animal. Antiguamente, el hombre estaba más enraizado en la tierra, más en contacto y en armonía con ella: lamentablemente, es una relación que se ha perdido en nuestro medio urbano. La ventilación se facilita gracias a la forma aerodinámica, al permitir la libre circulación del aire.

La Casa Orgánica se diseñó con una sola recámara, sin embargo, al crecer la familia se vio la necesidad de ampliarla. Esta remodelación se conectó a la parte media del túnel original. El funcionamiento y las vistas desde el interior dieron como resultado en el exterior una forma a la que los trabajadores empezaron a llamar “el tiburón” y finalmente se decidió ponerle una aleta.

Caminar sobre el jardín es caminar sobre el techo de la misma casa sin darse cuenta. Desde el exterior sólo vemos pasto, arbustos, árboles y flores, los cuales, al evapotranspirar, producen oxígeno, rechazan la contaminación y filtran el polvo y dióxido de carbono creando un microclima. En el interior de la casa se tiene una temperatura de 18 a 22 centígrados y una humedad de 40 a 60% durante todo el año, por lo tanto, es caliente en invierno y fresca en verano.

La tierra y el sol trabajan juntos para mantener la temperatura estable en el interior de la casa, donde la tierra abriga mientras el sol ilumina y calienta, ayudando a prevenir trastornos y enfermedades respiratorias.

Las ventanas se orientaron hacia las mejores vistas, buscando el sur para que no falte el sol en invierno. Al tener la casa de formas libres y estar enterrada ofrece poca resistencia al viento. Es un refugio antisísmico.

Después de que fuera habitada por el arquitecto y su familia durante 25 años, permaneció abierta para visitas de familiares, estudiantes y arquitectos.

En diciembre de 2020 se decidió abrir la casa al público como una visita arquitectónica sensorial. Las visitas guiadas tienen duración de una hora, y cuentan con storytellers con formación multidisciplinaria para ofrecer una visita integral. El acceso es sólo con reservación previa a través de su sitio web.

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Instagram: @casasenosiain
Facebook: @casasenosiain
www.casaorganica.org

Créditos: Casa Orgánica, Senosiain.

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