Amor platónico

Escribí un poema pequeño,
de esos que pasan desapercibidos,
que no roban la atención,
dice te quiero,
sin esperanza y sin miedo,
con los pies en la tierra,
con la mano que escribo.
Escribí un poema pequeño,
de esos que pasan desapercibidos,
que no roban la atención,
dice te quiero,
sin esperanza y sin miedo,
con los pies en la tierra,
con la mano que escribo.
“Cada minuto que pasa, es otra oportunidad para cambiarlo todo...”, es la línea principal en la escena final de la película Vanilla Sky, protagonizada por Tom Cruise y Penélope Cruz; y es cierto, cualquier momento es propicio para cambiar, para empezar de nuevo, para dejar atrás malos hábitos, para intentar ser o pensar de otro modo, mejor por supuesto; pero el mes de Enero, y en general el año que recién comienza, es la oportunidad por excelencia.
Hay caminos que recorro a diario, me sé de memoria sus relieves y los accidentes en su geografía; también hay pasillos que atravieso una y otra vez, como una especie de protocolo de actuación; algunos caminos tienen brechas, que a veces, bajo mi propio riesgo exploro, en las que antes me perdía.
Me subí al tren del pensamiento, y me puse a pensar en ti.
Tú eres uno de mis pensamientos más recurrentes y ocupas un buen espacio en mi memoria a largo plazo.
Debería pasar menos tiempo en el vagón del pensamiento abstracto.
Confieso que dos o tres de mis pensamientos centrales son tristes.
Estoy tratando de entender el mecanismo del olvido, los procesos cognitivos, el procesamiento del lenguaje corporal.
Me gusta el filtro de distorsión de la realidad, y las fotografías en blanco y negro.
A veces te recuerdo con un desenfoque gaussiano.
Tal vez todo es un sueño, y estoy dormido frente al televisor, acostado en el sofá de mi sala de estar.
A menudo me recuerdo y me olvido,
me quedo dormido en la palma de
una mano,
en un cabello mojado o en el roce de una mejilla.