ABRAZANDO NUESTRAS DIFERENCIAS
Cuando volteamos a nuestro alrededor nos damos cuenta de que vivimos rodeados de diversidad. Lo vemos desde la flor más pequeña hasta las aves en el cielo, y es que, la diversidad es inherente a la naturaleza. Si nos fijamos con detenimiento, notaremos que son esas diferencias lo que hacen que nuestro entorno se convierta en atractivo y lleno de color. Lo mismo pasa con los seres humanos.
Al intentar definir lo que la cultura es, nos encontramos con que es un conjunto de conocimientos, ideas, tradiciones y costumbres, que caracterizan a un grupo de personas. Pero la cultura trasciende y va mucho más allá de eso.
Pese a que muchos estudiosos del tema coinciden en que la cultura no es algo instintivo o natural en los seres humanos, podemos determinar que hay cosas que hemos aprendido desde pequeños que nos han hecho ser quiénes somos, esos aprendizajes y características son parte de nosotros, eso es precisamente lo que la cultura es.
Ahora bien ¿qué pasa cuando nos encontramos con que no todas las personas comparten las mismas formas de proceder que nosotros? Es necesario decir que es probable que alguna vez nos lo hayan dicho, de manera que nuestro subconsciente ya lo sabía, pero al momento de enfrentarlo fue una cosa totalmente distinta.
En el mejor de los casos, no nos quedará más alternativa que respetar y aprender a compartir eso que nos está uniendo con quienes son tan distintos a nosotros, pero lamentablemente en la mayoría de los casos ocurre un hecho totalmente contrario.
Y es que los seres humanos somos instintivamente egoístas y determinantes. Esa es una realidad de la que no podemos huir pero que está a nuestro alcance cambiar.
Hoy en día nos encontramos con que en la mayoría de las noticias que aparecen en los medios de comunicación se encuentran problemáticas cada vez más fuertes en torno a esto, la falta de respeto ha excedido los límites y es la autora de las atrocidades más feroces en contra de nuestros hermanos.
Ante este contexto, en un esfuerzo porque la humanidad pueda seguir desarrollándose adecuadamente en medios pacíficos, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) creó el Día Mundial de la Diversidad Cultural para el Diálogo y el Desarrollo que se celebra el 21 de mayo anualmente.
Si bien, los organismos hacen sus esfuerzos para que podamos aprender a vivir de manera que abracemos nuestras diferencias y que no sean motivo de división o limitantes para el crecimiento, somos nosotros quienes debemos tomar la decisión de realmente abrazar nuestras diferencias e incluir a los menos favorecidos en la sociedad.
Que hagamos un espacio para todas las personas que existen, porque este planeta es amplio.
Cuando aceptamos nuestras diferencias y las dialogamos, se abre la puerta del conocimiento y del aprendizaje, mediante el intercambio de valores sociales. Tan sencillo como ver a las personas que nos rodean por quienes son, lo que pueden aportarnos y cada uno hacia ellos.
No dejemos que nuestra capacidad de asombro se apague, porque nos podemos sorprender con que aún existe belleza en el diálogo, en la sazón, en la danza, en la vestimenta, en la sonrisa y en las conversaciones de las personas que tal vez no compartan la misma cultura que nosotros, pero justo ahí́, es donde está su riqueza.
Texto y fotografía por: Romelia Márquez Puente.
Etiquetas: Edición 116