El Ojo de Dios Huichol, amuleto de protección y cosmovisión
El “Ojo de Dios”( si’kuli), símbolo de poder y protección, es un amuleto ritual que representa al Universo en la cultura wixárika (huichola). Le da un particular valor a la “capacidad de ver” y representa una especie de portal a la vez que una suerte de escudo protector.
La cultura wixárika habita principalmente en Nayarit (México) y coloquialmente se la conoce como cultura huichola. Uno de los elementos wixárikas que muestran la fascinación y necesidad de trascendencia a través de la visión-entendimiento es el llamado Ojo de Dios (si’kuli).
Cuenta la leyenda que Kauyuma’li, uno de los dioses que dio forma al mundo, pudo ver todo lo que estaba dentro de la tierra y por encima de ella cuando miró a través de un si’kuli.
Este amuleto, artesanal y ritual, está formado por cinco rombos hechos con cruces de madera y tejidos de forma muy colorida. Representa los cinco rumbos del Universo: norte, sur, este, oeste y el centro, punto de partida de todo.
Los colores que se usan en el rombo son básicamente el blanco, el azul en varios tonos, el morado, el rojo y el negro, que se eligen y se ordenan de acuerdo con la petición específica que quiera hacerse.
• El blanco es un color que se asocia con las nubes. Por este motivo los huicholes suelen colocar pequeños trocitos de algodón en las jícaras para pedir que llueva. También significa la muerte.
• El morado es la vida del hombre.
• El rojo significa la vida de Dios en el oriente, la zona de Parierekua, residencia del Dios Peyote.
• El color azul es el agua y la lluvia, simbolizado por Rapawiyene y por la laguna de Chapala.
• El negro es vida, es el color de Tatei Aramara (océano Pacífico) donde vive la gran serpiente devoradora de hombres.
El si’kuli está dedicado a Tate’ Naaliwa’mi si’kuli, la Madre Agua del Este, que tiene especial preocupación por los niños y niñas, que es la creadora de las calabazas y de todas las flores. En su sentido ceremonial, el Ojo de Dios es una ofrenda que se hace a los dioses para pedir por el buen crecimiento de los pequeños y se emplea en su iniciación mediante el “rito del tambor”. El padre es el encargado de tejerlo, hasta que cumpla los cinco años. En esta fiesta los niños y las niñas son presentados a los dioses y son iniciados en la vida ceremonial del pueblo wixárika. Para esto, los si’kuli son colocados sobre la cabeza de los menores, lo que permite a los dioses ver y observar a cada uno de manera personal. El número de rombos de cada si’kuli representa la edad de los pequeños. Luego, este amuleto sagrado que los protegerá toda su vida, es arrojado al mar en un sitio sagrado.
En la actualidad, los ojos de Dios se usan como amuletos de protección y también como centros de energía y de poder que actúan según dónde se coloquen. Debido a sus formas y colores, en nuestra sociedad son considerados también como un arte.
El arte y la cultura wixárika están marcados por la “capacidad de ver”, que apunta a una manera distinta de entender el mundo más allá de lo evidente.
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