Día de Muertos: Un homenaje a la vida
Desde tiempos prehispánicos, nuestra cultura ha tenido una relación muy particular con la muerte. El mundo entero pone la mirada en las tradiciones alrededor del Día de Muertos pues el 1 y 2 de noviembre veneramos a la muerte como parte de la vida, no como el fin de ella. Se vuelve noticia, fomenta el turismo y hasta películas se filman con base en esta colorida efeméride, donde la muerte no genera miedo sino celebración.
Este año no queremos fomentar que salgas de tu casa, pero eso no imposibilita que viajes hacia cualquier época o región gracias a la tecnología y a los artistas que se han inspirado en esta fiesta.
Te recomendamos:
• “Coco” de Lee Unkrich, película animada de Disney Pixar.
• “Hasta los huesos” de René Castillo, ganador de la estatuilla a Mejor Cortometraje de Animación en el Festival de Cortometrajes de Berlín.
• “Macario” de Roberto Galván, largometraje de 1951, con Ignacio López Tarso como protagonista.
Y ya que nos quedaremos en casa, ¡armemos una ofrenda! Estos altares son la máxima expresión del Día de Muertos desde tiempos ancestrales. Las formas de armarlos varían de acuerdo a la región, a la familia y ahora a la nueva normalidad. Sin perder la tradición, te proponemos armar una ofrenda sustentable con objetos reutilizables. Empecemos:
• Inicia determinando su ubicación e imagina que es el cielo.
• Elige tu foto favorita de la(s) persona(s) o mascota(s) a quienes les dedicarás este altar.
Reúne los siguientes elementos:
Agua: para mitigar la sed del difunto. Evita cualquier botella de PET.
Sal: para que su alma se purifique.
Velas o veladoras: para guiarlo, y dar esperanza a todos. Elige opciones eco-friendly hechas con productos orgánicos como cera de abeja o soya. Las de parafina no lo son ya que es un derivado del petróleo. También puedes aprender a hacerlas durante este confinamiento.
Copal: para alejar a los malos espíritus y que el alma pueda entrar sin ningún peligro.
Flores: para guiarlo y dar color. Por lo general se ponen tres tipos, alhelí y nube que representan pureza (para los niños), y el cempasúchil, que significa riqueza. Evita tirarlas con desperdicios inorgánicos y mejor haz una composta o abono para que den vida a la tierra.
Comida y bebida: para darle gusto al susto. Usa recipientes de vidrio con tapa o protégelos con papel adherente. Si vives en climas calurosos como el nuestro, mejor usa figuras de madera, recortes de revistas o incluso dibuja los manjares que más disfrutaba tu ser querido. Así evitarás que se echen a perder o que las hormigas los invadan.
Papel picado: hazlo con hojas recicladas o revistas para que sea visualmente atractivo. O sustitúyelo por telas coloridas con bordados mexicanos o estampados alusivos. Evita los personajes de Halloween porque son una tradición diferente.
Música: haz una playlist con sus canciones preferidas para ambientar. Para entrar en el mood, te recomendamos: “La Llorona” de los Hermanos Ríos, y “Cruz de Olvido” junto con “Dios Nunca Muere” de Lila Downs.
Otros: complementa con objetos o imágenes que representen sus pasatiempos y las cosas que más amaba. Lo ideal es que vayas atesorando elementos que año con año puedas desempolvar, así como los adornos navideños.
¿Qué comer además de pan de muerto?
Aprovecha para disfrutar del mucbipollo, un tamal maya gigante, manjar de la cocina yucateca.
• Es comúnmente conocido como pib porque se elabora en un horno bajo tierra de nombre piíb.
• La masa es de maíz y el guiso de carne de pavo o pollo, y cerdo. Se condimenta con tomate, achiote, ajo, comino, pimientas, epazote, cebolla y chile dulce. Se agrega salsa kool (hecha con el jugo de la carne, achiote, habanero y más masa), y finalmente se envuelve en hojas de plátano.
• Encontrarás algunas versiones con espelón o x’pelón, un frijol del sureste de México.
• Su tamaño puede llegar a ser como el de un pastel, para 2 o hasta 8 personas.
5 razones para amar esta festividad
• Las familias se reúnen y generan nuevos recuerdos.
• Desenterramos anécdotas felices y otros nostálgicos. Ambos sentimientos y la gama entre ellos, nos hacen sentir vivos.
• Comprobamos que no se supera la muerte de un familiar o amigo, pero sí se aprende a vivir con ello.
• Entendemos de dónde venimos. No llegan fantasmas sino las lecciones de quienes ya partieron.
• Es un recordatorio de que la vida es ahora.
Por: Déborah Cárdenas
Etiquetas: Edición 98