Sabías que...
Dos veces al día se sueltan miles de globos meteorológicos en todo el mundo
Un globo sonda o globo meteorológico es un globo aerostático (específicamente un tipo de globo de gran altitud), que eleva instrumentos en la atmósfera para suministrar información acerca de la presión atmosférica, la temperatura, y la humedad por medio de un pequeño aparato de medida desechable llamado radiosonda. Para obtener datos del viento, los globos meteorológicos pueden ser rastreados por radar, radiolocalización o sistemas de navegación (tales como basado en satélites Sistema de Posicionamiento Global también conocido como GPS).
El globo produce por sí mismo el gas de elevación, y suele estar hecho de un material de látex de gran flexibilidad, aunque el cloropreno también se puede utilizar. La unidad que realiza las mediciones reales y las transmisiones de radio se cuelga en el extremo inferior del globo, y se denomina radiosonda. Las radiosondas especializadas se utilizan para la medición de parámetros concretos, tales como la concentración de ozono.
El globo se llena generalmente con hidrógeno, debido a su bajo coste, aunque el helio se puede utilizar como sustituto. La velocidad de ascenso puede ser controlada por la cantidad de gas con que se llena el globo, pudiendo alcanzar una altura de 40 km o más. Por encima de esa altura, se utilizan los cohetes sonda. Y para alturas aún mayores, se usan los satélites.
Los globos meteorológicos se lanzan diariamente desde unas 1,000 estaciones en todo el mundo, dos veces al día, por
lo general a las 00:00 UTC y a las 12:00 UTC. A veces, algunas instalaciones también realizan lanzamientos “especiales” suplementarios, cuando los meteorólogos determinan que hay una necesidad de datos adicionales entre las 12 horas de los lanzamientos de rutina, un lapso en el que las condiciones atmosféricas pueden cambiar mucho. Normalmente, los organismos gubernamentales meteorológicos, militares y civiles, como el National Weather Service en los EE. UU., están a cargo de lanzar estos globos y, por convenio internacional, la mayor parte de los datos se comparte con todas las naciones.
Los humanos pronto podrán cultivar en la luna.
En los comienzos de la era espacial, los astronautas de Apolo participaron en un plan visionario: traer a la Tierra muestras del material de la superficie lunar, conocido como regolito, para estudiarlo con equipos de última generación y guardarlo para futuras investigaciones aún no imaginadas. Cincuenta años después, tres de esas muestras se han utilizado para cultivar plantas con éxito. Por primera vez, los investigadores han hecho crecer la resistente y bien estudiada Arabidopsis thaliana en regolito lunar.
Para cultivarla, el equipo utilizó muestras recogidas en las misiones Apolo 11, 12 y 17, con solo un gramo de regolito asignado a cada planta. El equipo añadió agua y luego semillas a las muestras. A continuación, colocaron las bandejas en cajas de terrarios en una sala limpia y añadieron una solución nutritiva diariamente.
Si bien todas las plantas lunares brotaron, hubo diferencias entre las cultivadas en suelo lunar y las del grupo de control que crecían en ceniza volcánica. Las que crecieron en suelo lunar no se volvieron tan “robustas” como las del control. Además, algunas de las plantas cultivadas en muestras de suelo lunar tenían raíces “atrofiadas” y hojas con cierta “pigmentación rojiza”. Los científicos creen que todos estos son signos de que las plantas fueron capaces de hacer frente a la composición química y estructural del suelo lunar. Su teoría se confirmó cuando analizaron los patrones de expresión genética de las plantas que revelaron que las plantas lunares habían reaccionado de forma similar a las cultivadas en entornos hostiles. Ahora, el siguiente paso del equipo será saber si los materiales de distintas zonas de la Luna son más favorables para el cultivo de plantas que otros.
¿Por qué crecen las uñas?
Las uñas forman parte de nuestro cuerpo desde que nacemos, y crecen durante toda la vida. Más allá del valor estético que les damos, tienen un papel funcional muy importante: proteger la piel delicada de los dedos, la cual está llena
de vasos sanguíneos y terminaciones nerviosas. También permiten rascarnos, raspar y arañar.
Son una acumulación de células muertas formadas por queratina, aminoácidos, agua, lípidos y proteínas. Nacen en la
matriz ungular, la parte que está debajo de la piel en la base la uña. Allí se van acumulando nuevas células que empujan
a las anteriores hacia el exterior y hacen así que las uñas crezcan.
El crecimiento de las uñas es constante, y aunque depende de la edad, las estaciones o la dieta, se produce a un ritmo medio de 0.01 mm al día en las manos, lo que equivale a 0.365 centímetros al año. Y las uñas de la mano que más utilizamos (la derecha, en el caso de los diestros, y la izquierda, en el de los zurdos) crecen más deprisa porque su raíz tiene un mayor riego sanguíneo.
En el caso de las de los pies, que son mucho más gruesas, el proceso es más lento. Así, las uñas de las manos tardan entre 6 y 8 meses en renovarse completamente, y las de los pies necesitan de 12 a 18 meses.
Cabe señalar que el color rosado de las uñas se debe a los vasos sanguíneos que hay debajo de ellas.
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