Sabías que...
Descubrieron un octavo continente
En el año 2017 científicos confirmaron la existencia de un octavo continente llamado Zelandia, a unos 1,066 metros debajo de Nueva Zelanda y el océano circundante.
Zelandia se originó hace 85 millones de años y el 94% de sus 5 millones de kilómetros cuadrados están bajo el agua. Por esta razón mapear el continente fue un desafío que pudo resolver el equipo de investigadores de GNS Science en Nueva Zelanda.
Como solo 6% del continente está sobre el nivel del mar, comprendido por las islas norte y sur de Nueva Zelanda y la isla de Nueva Caledonia, y el resto está bajo el agua, fue muy difícil de estudiar.
Nick Mortimer, quien dirigió la investigación, y sus colegas mapearon la batimetría que rodea a Zelandia, la forma y la profundidad del fondo del océano, así como su perfil tectónico, que muestra dónde cae a través de los límites de la placa tectónica, y los pusieron en un sitio web interactivo para que los usuarios pudieran explorarlo virtualmente.
Hasta 2017, Zelandia estaba clasificada como un “microcontinente”, como la isla de Madagascar. Pero según Mortimer, cumple todos los requisitos para el estado del continente: tiene límites claramente definidos, ocupa un área mayor de 1 millón de kilómetros cuadrados, se eleva por encima de la corteza oceánica circundante y tiene una corteza continental más gruesa que la oceánica. Por lo tanto, debería considerarse el octavo continente.
Matusalén, el árbol más antiguo del mundo
Matusalén es el sobrenombre dado a un pino longevo, considerado como el segundo organismo no clonado con vida más antiguo, con una edad estimada de más de 4,850 años. (El árbol con vida de edad registrada más antiguo fue Prometeo, que tuvo cerca de 5,000 años y sucumbió al hacha de un estudiante de geografía).
Este árbol, cuyo nombre hace alusión al personaje bíblico de Matusalén quien según la Biblia vivió 969 años, se encuentra en el Bosque Nacional Inyo, en el centro de California, Estados Unidos.
Este ejemplar de Pinus longaeva, cuya especie fue descubierta en la década de 1930 por el paleontólogo Edmund Schulman, que se dedicaba a fechar sequías a través de los anillos de los árboles.
Estos árboles son tan longevos debido a la adversidad del ambiente donde crecen, una tierra árida azotada por vientos helados a más de 3,000 m sobre el nivel del mar, lo que fortalece su tronco formando una capa gruesa de resina que los protege de la putrefacción.
Para preservarlo y evitar vandalismos, el Servicio Forestal de Estados Unidos no ha revelado sus coordenadas exactas. Así que, a menos que seas uno de los científicos que lo investigan, no podrás distinguirlo entre los demás árboles milenarios.
La primera biblioteca pública era italiana
En la actualidad, en un mundo donde la era satelital ha puesto a nuestro alcance el conocimiento infinito, es difícil valorar la importancia de la biblioteca pública. Sin embargo, en otras épocas incluso los libros se consideraban un lujo y solo unos pocos sabían leer y escribir.
La primera biblioteca pública se inauguró en 1454 en Cesena, Italia, cuna del Renacimiento, y aún sigue funcionando. La Biblioteca Malatestiana, a diferencia de otras de la época que estaban cerradas al público, fue encargada por el aristócrata local Malatesta Novello y cedida al municipio de la ciudad, permitiéndoles a los pobladores tomar libros prestados y leerlos de forma gratuita.
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