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El cerebro humano procesa las imágenes con 15 segundos de retraso

De acuerdo con un reciente estudio, lo que vemos es realmente una percepción del pasado, pues la mente humana necesita un tiempo determinado para procesar la realidad.

Nuestro cerebro procesa las imágenes con 15 segundos de retraso.

Un fascinante estudio llevado a cabo por un equipo de científicos de la Universidad de California en Berkeley ha arrojado luz sobre un fenómeno intrigante relacionado con la percepción visual en el cerebro humano. Según sus hallazgos, nuestro cerebro procesa las imágenes con un retraso de aproximadamente 15 segundos en comparación con lo que está sucediendo en tiempo real.

Este retraso en el procesamiento visual, según los investigadores, tiene un propósito evolutivo fundamental: ayudarnos a lidiar con la abrumadora cantidad de información visual que enfrentamos constantemente en nuestro entorno. Con millones de formas, colores y movimientos en constante cambio a nuestro alrededor, nuestro cerebro necesita una forma de crear una representación estable y coherente del mundo que nos rodea.

Para lograr esto, nuestro cerebro utiliza un mecanismo que suaviza la entrada visual con el tiempo. En lugar de procesar cada instantánea visual de manera individual, toma un promedio de lo que hemos visto en los últimos 15 segundos. Esto nos permite percibir un entorno visual más manejable y estable, incluso cuando estamos en constante cambio.

Este fenómeno, conocido como “procrastinación visual”, tiene implicaciones tanto positivas como negativas. Por un lado, nos ayuda a evitar sentirnos abrumados por la cantidad de información visual que recibimos. Sin embargo, también puede hacer que seamos menos sensibles a los cambios inmediatos y sesgar nuestras decisiones basadas en experiencias pasadas en lugar de en la realidad presente.

En resumen, nuestro cerebro actúa como un filtro temporal, permitiéndonos experimentar un mundo visualmente coherente y estable, pero a veces sacrificando la precisión y la atención al momento presente en favor de una representación más manejable del mundo que nos rodea.

Se descubrió una nueva especie de anaconda gigante en el Amazonas

Esta impresionante serpiente, perteneciente a la especie más grande del mundo conocida como anaconda verde del norte, ha captado la atención de la comunidad científica debido a sus dimensiones extraordinarias.

Descubierta recientemente en la selva amazónica por Freek Vonk, uno de los biólogos más conocidos del mundo, esta serpiente tiene una longitud de 26 pies (7,9 metros) y un peso de 440 libras (199,5 kilos). Lo más asombroso es que su cabeza es del mismo tamaño que la de un ser humano, lo que resalta aún más su imponente presencia.

Este descubrimiento también arroja luz sobre la diversidad de especies en el Amazonas. Hasta ahora, se han documentado cuatro especies de anacondas, siendo la anaconda verde la más grande de todas. Estas serpientes son habitantes icónicos de las selvas tropicales de Sudamérica, donde se pueden encontrar en las cuencas de los ríos Amazonas, Orinoco y Esequibo, así como en otros cuerpos de agua más pequeños. Su presencia en estos ecosistemas influye en el equilibrio y la dinámica de la vida silvestre, destacando la importancia de conservar su hábitat natural.

Existe un pueblo en donde todos viven en el mismo edificio

En el remoto pueblo de Whittier, suroeste de Alaska, se encuentra un edificio peculiar conocido como las Torres Begich. Este edificio de 14 pisos alberga alrededor del 85% de los 220 habitantes de la localidad.

Antiguamente un cuartel del ejército estadounidense durante la Guerra Fría, las Torres Begich ahora funcionan como una especie de “ciudad dentro de un edificio”, proporcionando una variedad de servicios que van desde una oficina de correos, una comisaría, una clínica médica, una tienda de conveniencia, una lavandería hasta una iglesia en el sótano.

Las condiciones climáticas en Whittier son extremas, con 6 meses de lluvia seguidos de 6 meses de nieve, acompañados de vientos que pueden alcanzar hasta 128 kilómetros por hora. Debido a esto, las Torres Begich están diseñadas para permitir que los residentes vivan sin salir al exterior si así lo desean. Para llegar al colegio solo tienen que tomar el ascensor hasta el sótano y recorrer un pasaje subterráneo que conecta el edificio con la Escuela Comunitaria Whittier.

Un túnel proporciona la única entrada y salida, funciona dos veces cada hora durante el día y deja de abrir a las 10.30 pm hasta el día siguiente.

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