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Los romanos le pusieron nombre a los meses

Los nombres y número de días que conforman nuestros meses fueron heredados del calendario romano o juliano, elaborado por el emperador Julio César, en el año 46 antes de Cristo (a.C.), con la asesoría del astrónomo y filósofo Sosígenes.

En sus inicios, este calendario constaba de diez meses: marzo, dedicado a Marte, dios de la guerra, porque en este mes se iniciaban las campañas bélicas de las legiones romanas; abril, del verbo latino ‘aperire’ (abrir), mes en el que estalla la primavera y la tierra se ‘abre’ para dejar salir los nuevos brotes, las plantas, las flores; mayo, en homenaje a los ancianos o protectores del pueblo, ya que deriva de la palabra latina majorum, que significa mayores; junio en honor a Juno, hermana y esposa de Júpiter; julio, antes quintilis y más tarde ofrecido a la memoria del emperador Julio César; agosto, rinde homenaje al emperador Augusto; septiembre, septem en latín, pues originalmente ocupaba el séptimo lugar; octubre, el octavo; noviembre, noveno; y diciembre, décimo.

Pero, la suma de días del calendario juliano no coincidía con el ciclo astronómico. Numa Pompilio, el segundo rey de Roma (715-672 a. de C.), fue quien adaptó el calendario al año solar según el modelo egipcio, que consistía en años de doce meses que sumaban 365 días, y años bisiestos con 366.

Los dos meses que se agregaron fueron: enero, dedicado a Jano, dios de la doble cara que mira al año viejo y al nuevo por venir, y que abre el ciclo solar. Y febrero, llamado así en honor a las februa en las Lupercales, el festival de la purificación en la Antigua Roma que se festejaba a mediados de ese mes.

Desde que Roma lo hiciera su calendario oficial, este modelo se extendió por toda Europa y fue utilizado hasta el siglo XV, cuando hizo su entrada el calendario gregoriano.

Sin embargo, a pesar de los ajustes, el calendario juliano continuaba impreciso, tanto así que hacia el siglo XVI tenía diez días adicionales con respecto al ciclo astronómico. El papa Gregorio XIII reparó el error en 1582. Eliminó once días del calendario de los países católicos para que el tiempo del hombre estuviera en armonía con las estaciones climáticas, decretó cuáles años de los siglos serían bisiestos, a través de una fórmula matemática, y estableció el 1 de enero como comienzo del año nuevo.

Este es el calendario que hoy utilizamos, con semanas de siete días y uno sagrado dedicado al descanso; se impuso con el triunfo del cristianismo sobre el imperio romano para luego esparcirse por el mundo.

Por esta razón, el calendario es una convención mundialmente aceptada, para regular el tiempo de las sociedades humanas según sus estructuras sociales y políticas, sistemas económicos y culturales. Además está sujeto a los ritmos del universo y es resultado de observaciones y cálculos que dependen, también, del progreso de las ciencias y las técnicas.

Los zorros utilizan diferentes sonidos para comunicarse

Si has escuchado gritos agudos en el medio del bosque, es altamente probable que se trate del sonido de un zorro.

Según el Laboratorio de Bioacústica y Ecología del Comportamiento de México, los zorros se comunican a través de una especie de ladridos cortos que se llaman gañidos.

Los zorros hacen varios ruidos por diferentes razones, aunque generalmente tienden a hacerse más durante la temporada de cría. Los gañidos también sirven para confirmar el territorio entre zorros rivales mientras que las hembras lo hacen alrededor y durante el apareamiento. Además, cada zorro emite un tono único que ayuda a que los otros sepan de quién provienen los sonidos que escuchan.

Los zorros rojos (Vulpes vulpes) son los más comunes de todo el mundo y dado que son mamíferos altamente sociales, tienen una gran variedad de vocalizaciones, con hasta 20 llamadas diferentes para encontrar compañeros, interactuar con sus rivales y comunicarse con su familia. Este tipo de sonidos se pueden escuchar a lo largo del año y lo hacen ambos sexos, aunque generalmente el zorro femenino es quien lo hace más.

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