Sabías que...
Puedes detectar más de un billón de olores diferentes.
El sentido humano del olfato es capaz de distinguir más de un billón de olores, y con ello más sensaciones que la vista y el oído juntos, según un estudio publicado por la revista especializada “Science”.
Hasta ahora, los investigadores pensaban que nuestra nariz sólo podía distinguir unos 10.000 aromas. El equipo liderado por Andreas Keller, de la Universidad Rockefeller de Nueva York, quiso confirmarlo y para ello elaboró varias mezclas de olores con 10, 20 y hasta 30 componentes distintos.
Los 26 participantes del estudio debían distinguir entre tres muestras los aromas que se diferenciaban de las otras dos mezclas idénticas, en ocasiones en dosis muy bajas.
Como resultado se obtuvo que más de la mitad de los participantes pudo distinguir las mezclas cuando hasta el 75% de sus componentes coincidían. Y algunos consiguieron distinguir las mezclas en las que entre el 75 y el 90% de los olores eran los mismos.
Los investigadores concluyeron que el ser humano es capaz de diferenciar hasta un billón de olores, un cálculo que además estiman conservador pues aún no se sabe cuántas moléculas aromáticas existen ni, por lo tanto, cuántas puede distinguir la nariz.
En el caso de la vista y el oído resulta más fácil cuantificarlo, pues depende de la longitud de onda de la luz visible por el ojo humano y las frecuencias sonoras.
Se estima que el oído distingue unos 340.000 sonidos diferentes, mientras que los ojos pueden diferenciar entre 2,3 y 7,5 millones de colores.
De dónde viene la frase mi “media naranja”.
Esta expresión amorosa tiene sus orígenes en la antigua Grecia, en un mito que narra el poeta griego Aristófanes, exponente del género cómico, en la obra de Platón escrita por el año 350 a.C, llamada “El Banquete”, que trata sobre la búsqueda del amor.
Aristófanes cuenta que la raza humana en un principio era casi perfecta, esféricos como naranjas. “Todos los hombres tenían formas redondas, la espalda y los costados colocados en círculo, cuatro brazos, cuatro piernas, dos fisonomías unidas a un cuello circular y perfectamente semejantes, una sola cabeza, que reunía estos dos semblantes opuestos entre sí, dos orejas, dos órganos de la generación, y todo lo demás en esta misma proporción.”
Podían ser de 3 clases: uno, compuesto de hombre + hombre; otro de mujer + mujer; y el tercero de hombre + mujer.
Estos seres arrogantes se creían superiores a los dioses, y su vanidad los llevó a enfrentarse a ellos. Fue así como Zeus enojado de sus aires de grandeza decidió castigarlos y los partió por la mitad con el poder de su rayo. Ya divididos, los seres andaban tristes buscando siempre a su otra mitad, y si alguna vez llegaban a encontrarse con ella, se abrazaban hasta dejarse morir.
Zeus, al sentir compasión por ellos ordenó a Hermes, el mensajero de los dioses, que les girara la cara hacia el mismo lado donde tenían el sexo: de este modo, cada vez que uno de ellos encontrara con su otra mitad o “media naranja” podría obtener placer, y si además se trataba de un ser andrógino lograrían obtener descendencia.
Según el mito, la condena de los humanos es la de buscar de manera constante a su “media naranja”, y que solo el verdadero amor los podría unir de nuevo, si es la mitad genuina, hasta convertirse en uno solo.
Los pingüinos perdieron su capacidad de volar.
A pesar de ser aves, una teoría popular de la biomecánica sugiere que las alas de los pingüinos se adaptaron de manera más eficiente para el baño y, finalmente, perdieron su capacidad para volar.
Los pingüinos se separaron de sus ancestros voladores para comenzar la conquista del agua hace 44 millones de años, en el Eoceno tardío. Hasta entonces, ningún ave había conseguido dominar el mundo submarino, y lo más que podían hacer algunas era alimentarse en la superficie del océano. Pero para conseguir dominar el frío y, sobre todo, el mar los pingüinos han tenido que pagar el precio de perder su capacidad de volar.
A diferencia de las aves que vuelan, sus alas son cortas y achatadas, y sus hombros no tienen articulaciones, lo que les impide doblarlas para emprender el vuelo. Pero eso no les importa, porque los pingüinos están adaptados para la vida en el mar. Son todos unos maestros de la natación y sus alas se convierten en verdaderas aletas cuando se meten al agua en busca de alimento: peces, calamares y krill. Su lengua espinosa les permite sujetar a las presas, que tragan enteras, ya que no tienen dientes.
Son animales de sangre caliente, con una temperatura corporal de unos 40 ˚C, y poseen gruesas capas de grasa que repelen el agua y los aíslan del frío. Además, mantienen el calor gracias a una espesa capa de plumas, que conserva el aire caliente.
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