¡A jugar que el aula se va a acabar!
Las primeras “escuelas” o “sistemas de enseñanza” datan de 2,000 años A.C. y, desde entonces hasta ahora, la estructura de enseñanza/aprendizaje ha cambiado muy poco, casi nada.
En las primeras civilizaciones el objetivo de la “Instrucción” era participar directamente y de manera activa en el desarrollo de la comunidad; poco tiempo después, se convirtió en el adiestramiento de la población en función del bien común (o de algunos cuantos) y del buen andar de la estructura social en práctica. Compartir el conocimiento se redujo a vaciar información sobre seres destinados –al parecer- a repetir y obedecer de manera pasiva.
Siglos después, con la aparición de algunos proyectos alternativos y la creación del preescolar, la estructura de enseñanza tuvo un chispazo de luz integrando arte, juegos, actividad física y otras labores diversas a los métodos de aprendizaje. Desgraciadamente, los pocos proyectos que había desaparecieron y, los “nuevos métodos” integrados, se confinaron únicamente a la educación preescolar.
El sistema educativo prepara a los alumnos para enfrentar la vida de la mejor manera posible, de la manera que quizá siempre soñamos; pero la vida y sus experiencias no se limitan a la solemnidad de un salón de clase ni al encierro de un patio escolar ya que existe un sinfín de estímulos de aprendizaje en el mundo que nos rodea. Es momento de salir a jugar y experimentar ¡que el aula se va acabar!
Enseñar a través del juego -que es rico en vitaminas y minerales de estímulos sensoriales- arte, deporte y proyectos que permitan a los alumnos participar de manera directa y activa en el proceso de aprendizaje y desarrollo de sí mismos, de su familia y de su comunidad de acuerdo a su curiosidad y necesidades tanto particulares como generales, es un menester casi imperante. Una enseñanza/aprendizaje sensorial ayudará a madurar de manera equitativa los tres aspectos que dan estructura y firmeza al carácter, a la personalidad y a la autoestima del ser humano: cuerpo, mente y espíritu.
Hoy en día despertar la curiosidad de los alumnos para atraer su atención y avivar su interés solamente es posible a través de un amplio abanico de estímulos sensoriales contextualizados en situaciones de la vida cotidiana y correctamente adaptadas de acuerdo a su edad, madurez, capacidades, talentos y habilidades. Lograrlo –o al menos intentarlo- es el nuevo reto para el profesor y la profesora contemporáneos con el afán de erradicar el aprendizaje por obediencia, revivir la pasión por la profesión e intentar cambiar la estructura de enseñanza que ofrece “la escuela tradicional” por otra más activa, real, amable y participativa.
Se abolió la esclavitud, se ha reducido el racismo y la pobreza, se han creado nuevos medios de transporte y comunicación, avanzó la tecnología en nombre del progreso, desaparecieron algunas dictaduras, se practican nuevas formas de relacionarse sentimentalmente, se ha concientizado acerca de la contaminación y el respeto por el medio ambiente. Si ha habido tantos cambios tan importantes en “beneficio” de la humanidad durante toda la historia, ¿por qué la manera de enseñar y aprender sigue siendo la misma?
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Por: Prof. Aldo Montiel
Proyecto Raíces de Ahuehuete
Etiquetas: Edición 130