Trabajo en equipo con los profesionales de la salud
“Buscamos una detección oportuna en la necesidades que puedan presentar los niños en su desarrollo y un abordaje interdisciplinario para lograr resultados óptimos”.
Todos los seres humanos, a lo largo de nuestra vidas, necesitamos apoyos y tuvimos dificultades por sortear. Siendo niños, este camino de aprendizaje es guiado por los adultos que se encuentran alrededor, padres, educadores, cuidadores.
El punto hoy está en poder detectar cuáles son los signos de alarma que nos llevan a ver las dificultades que puede presentar un niño y dar respuesta a sus necesidades. También saber que no siempre está en nuestra manos la solución o la misma no es suficiente y debemos solicitar ayuda.
En general la detección de estos focos parece compleja, pero la clave está en la observación hacia los niños. Debemos tener una mirada amplia y redireccionarla hacia los puntos importantes en su desarrollo: emocional y conductual, motriz, sensorial, autonomía, cognición, comunicación y lenguaje.
En el caso de la escuela, la mirada más directa la tienen los maestros. Al trabajar de la mano de ellos, me he dedicado a observar qué pasa en los salones de clase: ¿dónde está puesta la mirada del maestro hacia los niños? En general, se pone en el aprendizaje. Aprender a leer y escribir, las letras y los números. Pero no nos fijamos en las áreas que mencionamos anteriormente que son fundamentales que estén equilibradas para que los niños logren los aprendizajes esperados.
Hoy pedimos a los maestros un trabajo para el cual no estudiaron y tampoco fueron capacitados correctamente, ya que tienen una formación académica para guiar en el proceso de enseñanza y aprendizaje del alumno. Pero no se lo capacita para observar y comprender la importancia de estas áreas que forman parte del niño.
Los docentes deben enfrentar las situaciones que hoy en día se viven en las escuelas. Por cada salón de clase hoy tenemos entre uno o dos niños que presentan una condición/ discapacidad, también niños con problemas emocionales y conductuales, situaciones sensoriales, y muchas dificultades en la autonomía y habilidades básicas de la vida.
Cuando en un niño los focos de alarma resuenan, empiezan a llevarse a cabo acciones en donde directivos, terapeutas, médicos, psicólogos, entran en juego para apoyar, fuera del horario escolar, lo que requiere específicamente. Por un lado esto es muy positivo pero, por el otro, no debemos olvidarnos que el que sigue al frente de ese grupo y trabaja con ese niño todos los días, mínimo 5 horas al día, es el maestro. Entonces seguimos exigiendo al docente algo que sabemos que no puede abordar. No queremos que el maestro sea terapeuta, médico, sino capacitarlo para que su detección sea oportuna, y muy clara. Ya que será el encargado de reportar al resto de los profesionales lo que sucede con el niño en el salón de clases. Y en el mejor de los casos será el que recibirá las sugerencias para luego aplicarlas en el aula.
Una capacitación que considero fundamental es cómo trabajar en equipo. Todos los adultos que estamos alrededor del niño debemos actuar de manera interdisciplinaria.
Dejar los egos, la soberbia de lado, y dar lugar a la escucha, la plática, el intercambio de información, para enriquecernos entre todos y así poder brindar al maestro las herramientas necesarias para enfrentar su tarea diaria.
La escuela tiene una responsabilidad muy grande con todos los maestros que trabajan para cada institución: formarlos, actualizarlos, enseñarles, para que a la hora de recibir toda la información necesaria para trabajar con el alumno sepan utilizarla.
La situación más grave que veo hoy en día es que un mal registro de la información, que luego se transmite a los padres y estos a los terapeutas, conlleva a una orientación equivocada. Esto genera pérdida de tiempo y mucha confusión. Cuando el terapeuta da estrategias sin conocer la situación del niño en el aula deja planes de acciones muy lejanos de la realidad del pequeño. O quizás puedan ser asertivos pero el maestro no sabe cómo usarlos. Nuevamente pérdida de tiempo.
Hay algo que estamos haciendo mal, y esta vez el dedo no pude ir dirigido a los maestros. Debemos reorientar ese señalamiento hacia los profesionales de la salud que rodean al niño y que son los que orientan a padres y maestros en su trabajo con nuestros pequeños.
Facebook: Otra Mirada - Playa del Carmen
Instagram: otramirada.mx
Tel: (984) 116 6772
Por: Natalia A. Alioto
Lic. en Educación Especial
Etiquetas: Edición 131