Por qué se enseña a tejer en las escuelas Waldorf
Cualquier actividad artística es necesaria para el pleno desarrollo del ser humano. Pero si hablamos desde un punto de vista pedagógico, el trabajo manual y la buena agilidad en los dedos permiten desde edades muy tempranas un pensamiento lógico y flexible así como una comprensión y tolerancia mayor hacia las situaciones complejas de la vida. Por esta razón se lleva practicando durante más de 75 años en las Escuelas Waldorf de todo el mundo, donde ya se aprende a tejer desde los 4 años, mucho antes incluso que a escribir, leer o manipular números. Y es que la actividad rítmica y repetitiva de tejer es calmante y nos hace entrar en un estado de meditación.
Los niños mantienen las agujas en ambas manos, asignando a cada una su respectiva actividad, estableciendo así de inmediato “la lateralidad”, así como también el control del ojo sobre la mano, logrando desde el principio un grado de control sobre su voluntad.
En el telar, la mano derecha debe introducir una aguja en el lazo de hilo que está en la aguja izquierda, logrando en el proceso atar un nudo. Sólo un constante control de la mano puede lograr tal hazaña, por lo que el poder de concentración se transforma en el despertar. De hecho, no existe otra actividad realizada por los niños de siete u ocho años de edad que pueda evocar este nivel de atención.
Mediante el uso de distintos colores y diferentes cantidades de filas el maestro fomenta a través del tejido la atención de los números y la flexibilidad en el pensamiento. Como los niños aprenden más de aritmética, los profesores pueden elaborar modelos que requieren dos filas de azul, seguido de cuatro hileras de amarillo, continuando con seis de azul, etc. De esta manera se refuerzan las habilidades numéricas, pero de forma agradable.
Toda esta formación ayuda a la concentración, logrando fortalecer “la voluntad de enseñar a pensar”. Y esta habilidad es la que permitirá a los niños lograr la capacidad de resolución de problemas en años posteriores.
1. Trabajan la paciencia: al principio tejer ayuda a tener paciencia. Después de aprender lo básico, empieza a ser muy relajante, meditativo y sencillo. Mejora la paciencia de los niños en dos aspectos: el equivocarse y empezar de nuevo, y el tiempo que se tarda en confeccionar una pieza.
2. Ayuda a mejorar las relaciones con otros niños: hay un componente social, ya que los tejedores más avanzados pueden ayudar a los principiantes, platicar mientras se teje y hacerlo juntos. También es una buena idea que familiares cercanos le enseñen a tejer. Una forma ideal de afianzar el vínculo.
3. Mejora la creatividad: porque no sólo pueden elegir la pieza que quieren realizar (gorro, bufanda etc.), sino también escoger la lana y los tipos de puntos.
4. Consecución de logros: los niños sienten una gran satisfacción al ver su prenda crecer y también ver que ellos mismos han creado algo. Además, pueden regalar lo que tejen a alguien de su familia, amigos o donarlo a una causa solidaria.
5. Desarrolla las habilidades motoras: tejer ayuda a desarrollar habilidades motoras, sobre todo la psicomotricidad fina y la coordinación óculo-mano.
6. Es bueno para las matemáticas: es una actividad que ayuda también con las matemáticas, ya que los niños tienen que contar los puntos que hacen y seguir patrones.
7. Mejora la concentración: ayuda a estar concentrado en el presente y tener su atención enfocada en no perder los puntos y entrelazar el hilo correctamente.
Sabías que…
Recientes investigaciones neurológicas confirman que la movilidad y la destreza en la motricidad fina, sobre todo en la mano, puede estimular el desarrollo celular en el cerebro, y así reforzar la base física del pensar. El trabajo realizado en cientos de escuelas Waldorf en todo el mundo, donde desde primer grado se aprende a tejer antes que a escribir o contar números, también ha demostrado su eficacia en este sentido.
Los especialistas en dificultades de aprendizaje señalan que “La capacidad para programar un acto motor, muestra una estrecha relación con la lectura”.
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