Gabriel Ehecatl Hernández García y Emilio Cruz Valencia

Gabriel, nacido en Taxco, Guerrero, y Emilio, en Cancún, Quintana Roo, son compañeros de preparatoria y comparten una misma pasión por la robótica.

“Desde pequeño me ha gustado construir con Legos. Pero en sí mi pasión por la robótica surgió al enterarme en secundaria de este programa en mi escuela. Lo vi como una oportunidad de probar algo nuevo y siempre me ha gustado el hecho de plantearme un problema y buscar una forma distinta de afrontarlo, usando la creatividad y conocimientos que tenga a la mano. Me gusta la tecnología y las posibilidades que ofrece de creación y la herramienta que es al servicio de la humanidad”, cuenta Gabriel.

En el caso de Emilio, recuerda: “yo estaba en 3ro. de primaria, desde niño me llamaban mucho las películas de ciencia ficción pero fue totalmente diferente cuando vi por primera vez una película de Transformers. Todavía recuerdo la emoción que viví en ese asiento de cine y fue en ese momento cuando decidí que algún día iba a estar construyendo un robot que fuera así de grande. Y en mi primer año en La Salle IPC, durante la clase de robótica, vi todo el equipo que tenía a mi alcance y sólo podía pensar en mil y un diseños que quería construir. Tuve la fortuna de poder entrar al equipo en 2do. año y desde entonces me he mantenido en juego”.

Estos dos jóvenes pudieron aprovechar su confinamiento en pandemia y con solo 16 y 17 años han logrado ganar el premio internacional de Robótica, Emilio en 2020 y Gabriel en 2021. Esta competencia internacional en línea, llevada a cabo por Robótica México consistía en realizar varias pruebas durante todo un año escolar, 1 o 2 veces al mes, en donde se planteaba una problemática, y debían hallar una solución al problema. “Contábamos con piezas que la escuela nos prestaba para la construcción y un ordenador Mac para la programación del robot que iba a hacer la prueba y que tenía que ir cambiando de una prueba a otra, ideando nuevos prototipos en cada reto. Se establecían varios parámetros en cada competencia para la puntuación y ganaba en cada prueba el que mayor puntaje hiciera. La prueba se retransmitía en directo por Instagram, por la página de robótica México, lo que añadía mucha adrenalina, ya que sabías que muchas personas te estaban viendo. Era muy emocionante”.

Para Gabriel ganar este premio significa algo grande, un parteaguas en su vida. “Te das cuenta que puedes lograr metas con dedicación, pasión y enfoque. Ha sido una experiencia única en mi vida, un logro, y pienso que debo seguir así en mi formación académica y personal. Representar a mi país también me pareció importante, lograr este premio desde una ciudad como Playa del Carmen, donde no parece que podamos tener tantos medios como en otros lados del planeta…”. Mientras que Emilio lo sintió por etapas. “Primero fue la emoción de la noticia, la satisfacción del logro y la felicidad de haber ganado. Pero en el momento en que me senté a bordo de ese avión fue cuando me di cuenta que lo que una vez fantaseé de niño, como un simple juego, hoy estaba un paso más cerca de hacerlo realidad”.

Los dos viven en Playa del Carmen desde muy pequeños, y actualmente estudian en la prepa la Salle. Este importante premio lo ganaron cuando estudiaban en IPC La Salle, en donde encontraron un gran apoyo por parte de la escuela que aportó el equipo necesario para lograr entrar en competencia. “Una escuela dedicada realmente a que sus alumnos se superen a sí mismos y una directora general, la maestra Magaly, con buena visión, que se interesa por el desarrollo integral de sus alumnos. Así mismo tuvimos el apoyo del profesor de computación Pablo Morales, que nos acompañó en el viaje”.

Motivados y apoyados también por sus familias, Gabriel y Emilio fueron invitados a visitar la NASA. Gabriel nos explica…
“En este viaje hemos podido reflexionar sobre cómo el ser humano es capaz y tiene la tecnología para ir al espacio, pudimos ver las máquinas utilizadas para los viajes espaciales y los robots que ahora facilitan el trabajo, vimos a los científicos trabajando en nuevas propuestas tecnológicas. Entendimos cómo la humanidad está avanzando rápidamente en tecnología y cómo debemos plantear que estos avances sirvan para conservar el planeta, amarlo, respetarlo… y cuidarlo. La tecnología no tiene por qué ir asociada a la destrucción del planeta, más bien nos tiene que servir para hacer un mundo mejor”.

Estos dos adolescentes playenses han trabajado mucho por conseguir sus logros y son un claro ejemplo de que un mundo mejor es posible. “Si trabajas duro siempre habrá un aprendizaje, aunque no se consigan al principio todas las metas. En la vida todo es causa y efecto, del resultado de lo que hagas siempre debes buscar qué aprender”.

“La tecnología debe estar al servicio de la construcción de una humanidad mejor, de un bien común”.

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