Mauro Barea

Desde muy pequeño Mauro mostró pasión por los libros, pues en su casa tenían una pequeña biblioteca que no solo lo ayudó a hacer sus tareas de escuela sino que despertó su curiosidad. “Me zambullía en todas esas enciclopedias ilustradas de los más variados temas, descubriendo cosas, con la satisfacción de ser un alumno aventajado en casi todas las materias que llevábamos. En esa infancia rodeado de libros, cómics, empecé a inventarme historias a cada momento, y llegó ese impulso de querer contar lo que yo quería con palabras, historias que iba conociendo a través de mis padres o de mi propia vida, y ahí empezaron a gestarse cosas. De esos recuerdos, a los dieciséis años empecé a llevar un registro, como un diario, que dio germen a una novela con muchísimos errores, pero a final de cuentas había salido algo mío que quería que se leyera y me emocionaba la idea de continuar escribiendo”.

Su primera publicación ocurrió a los 11 años, cuando atesoró el libro Entre la selva y el mar al descubrir todas las historias que contenía en sus páginas, “Historias tan increíbles como la de Gonzalo Guerrero y el mestizaje, la Guerra de Castas y la creación de nuestro estado me impulsaban a estudiar e investigar más sobre aquellos temas porque todo formaba parte de la tierra que pisaba y que caminaba a diario, donde había nacido.

Fue un bonito despertar a todo ese interés que ya después germinó para convertirse en Terra incognita, mi novela sobre Gonzalo Guerrero que tomó unos veinte años en completarse. Gracias a ese libro decidí escribir una carta a mi propio estado, y la envié a un conocido periódico estatal, que semanas después me lo publicó en la sección infantil de los domingos. Hablo de 1993 y en esa época tener una publicación en el periódico era un logro descomunal, y para un niño de once, ya te imaginarás, fue un triunfo”.

Se formó en Turismo por la falta de opciones en letras. Ya después estudió una maestría en Creación y Apreciación Literaria en el IEU Puebla. “Donde más he aprendido es con los grandes maestros a lo largo de mi vida, maestros de historia y de la narrativa contemporánea que amablemente me han aconsejado y asesorado en este difícil arte, como Isaías Rodríguez, Marianela Ferreiro, Marién Espinosa, Hernán Lara Zavala, Carlos Martín Briceño, Pura López Colomé, David Anuar, Antonio Tocornal, José Vicente Pascual y Daniel Heredia”.

Llegar a donde está hoy fue complicado para Mauro pero tuvo la fortuna de conocer a Francisco Verdayes Ortiz quien le abrió las puertas de la revista Pioneros en 2011. “Empecé a escribir ahí y vaciar todas esas inquietudes históricas de mi ciudad y estado para que pudiera publicarlas por fin en un medio reputado con las características de esa revista, y terminamos haciendo un equipo genial de trabajo que se convirtió en una gran amistad. En 2012 el libro “El colapso del tiempo” fue un trabajo que me permitió ponerme en contacto con la gente que se dedicaba realmente a la literatura, ese libro lo publicaron en España y fue un pequeño hito en la narrativa cancunense y que gustó a los lectores más jóvenes. Desde ahí, decidí especializarme en narrativa, un camino largo, tortuoso y lleno de fracasos pero del que al final empezaron a salir cosas interesantes como Kolymá”.

Su último libro podría ser un thriller, una novela negra, en partes imbuida con Realismo Mágico y hasta de lo Real Maravilloso y fantástico, que inicia en la carretera Kolymá, en la Rusia siberiana, en medio de la nada. El coche donde van dos mejores amigos se detiene, y uno encañona a otro con una pistola. ¿Por qué lo encañona si es su mejor amigo? ¿Por qué falló el coche? ¿Por qué si son de una ciudad como Tamul se encuentran en las antípodas? Esas preguntas son las que animan al lector a seguir la historia en el pasado del protagonista, que precisamente se desarrolla en una ciudad que fue creada de modo parecido a Cancún: Tamul es una ciudad con cincuenta años que sufre los males de una urbe vieja y degradada. “Ser escritor significa enfrentarse a sí mismo y eso incluye monumentales fracasos, reveses y decepciones. Cuando todo eso parecía ser la constante de mi trabajo, decidí con mayor terquedad aferrarme a la literatura y seguir con la narrativa, explorarla, y dejar salir al fin cosas que solo se logran con muchísimas lecturas y muchísima práctica, pero sobre todo, con sensibilidad. La lejanía, llevar seis años sin pisar mi ciudad y mi país, todo eso se conjuntó para darme una suerte de ejercicio de memoria que me llevó por mi infancia, adolescencia, y lo aprendido con Verdayes en la revista Pioneros. Así surgió Tamul, la ciudad del Caribe mexicano que creé para esta novela, donde con total libertad se pueden mover mis personajes y sus historias que chocan una y otra vez”.

Kolymá acaba de recibir la mención honorífica por parte del 19 Premio Internacional de Narrativa Ignacio Manuel Altamirano organizado por la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEM). “La mayor satisfacción es que, además de haber sido seleccionada entre 365 obras de todo el mundo, el jurado y una institución del centro de México se decantaron por una historia del Caribe mexicano, y es un hecho poco común. Eso me dio una grandísima satisfacción, porque uno de mis objetivos es que las letras de Cancún lleguen muy lejos, siguiendo el legado de grandes escritores que han escrito sobre esta región, y que esto no se pierda o se olvide”.

“Llevo mi ciudad a donde quiera que voy; ese sentimiento marino, de sal, de agua, todo se condensa en esas historias que terminan convergiendo en ejercicios de memoria o de nostalgia y añoranza que me sirven para la narrativa”.

maurobarea.wordpress.com

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