La Evolución del Diseño Arquitectónico Caribeño
Tiempo atrás la imagen de la arquitectura caribeña se basaba en muros forrados con tablas de madera machimbrada sobre estructuras de troncos de madera dura, aberturas tipo celosía de madera con el tradicional cierre de mariposa, techos naturales con palapa, bejuco, giles o encañaduras, mosquiteros, piedra de la región apilada asemejando un moderno muro maya, etc. Todo se centraba en la madera logrando ambientes naturales, cálidos y acogedores.
El tiempo nos fue enseñando muchas cosas, la Riviera Maya es una región muy hostil en términos de arquitectura ya que cuenta con temperaturas altas la mayor parte del año, humedad del 100% prácticamente todos los días, zona de huracanes, una latitud de 20° norte, lo que quiere decir que recibe una radiación directa de casi el 80% y un índice de precipitación anual de 1600mm. Todos estos factores hacen que una construcción simple de madera, como la describí al inicio, sea un objeto de arte temporal. La madera, aunque es un material noble, no deja de ser un elemento orgánico que es afectado por todo esto: envejece, lo atacan plagas, lo daña la humedad, se fragiliza con el tiempo y por ende pierde sus propiedades estructurales. Es por eso que hoy día se utiliza más como elemento ornamental y no tanto como estructural. Pero ahora viene la pregunta ¿con qué podemos reemplazar los elementos estructurales si no es con madera? Muy simple, con metal.
En primera instancia, el metal nos da la impresión de ser un material que contrasta de una manera invasiva con la naturaleza, un elemento propio de la industria y no tanto de una selva natural a la orilla de un cenote o del mar. Pero en realidad, fuera de su proceso de fabricación que es motivo de discusión, es un elemento constructivo poco contaminante para el proceso de ensamble y armado de estructuras para casas, edificios y locales comerciales. Se ensambla increíblemente rápido sin necesidad de hacer moldes de madera, armados de varilla y colados de concreto que usaría una construcción tradicional, es extremadamente fuerte y resistente al medio ambiente, con el acabado y protección correcta, es ligero y, sobretodo, lo más interesante, es reciclable. Si se hace una construcción que en un futuro se desee cambiar, remodelar o demoler, el metal se desensambla y se puede volver a usar. Así que utilizar perfiles de acero para columnas vigas y trabes en un diseño arquitectónico es increíblemente práctico y de alguna manera ecológico.
El contraste que logra una estructura de metal con ornamento de madera es increíble. Ahora, hablemos de los muros, el tercer elemento constructivo que ha evolucionado. De venir de cerramientos de madera, haciendo ambientes cálidos, nos damos cuenta que lo último que necesitamos en un clima cálido es un ambiente interno cálido, por lo que es imperativo lograr espacios frescos, áreas abiertas y superficies reflejantes, que no acumulen calor. Debido a esto se está volviendo a utilizar un producto tradicional de la región que se aplica desde hace cientos de años para recubrir muros, el Chukum, una resina propia de la península de Yucatán que, con el debido proceso, cuenta con cualidades extraordinarias de impermeabilidad, flexibilidad y refractancia, además de tener una apariencia muy natural, suave, tersa y clara, es uno de los acabados más simples pero más elegantes que tenemos en la región. Si lo que buscamos son colores más vivos o apariencias de alisado de cemento natural en los muros, se le pueden poner pigmentos a la mezcla del Chukum o directamente usar Microcemento, que es el hermano sintético del Chukum, que cuenta también con características extraordinarias de desempeño.
Con estos tres elementos arquitectónicos hoy día se están logrando espacios fantásticos que combinan perfectamente bien con los ambientes naturales, y que pueden complementarse con mobiliario colorido, antiguo o moderno. El espacio arquitectónico va a ser naturalmente neutral y no chocará con el entorno natural ni con el mobiliario. Digamos que ha sido la evolución de la arquitectura caribeña, frescura, comodidad, naturalidad y resistencia.
Por: Ing. Gabriel Galindo Arias
Grupo 3 arquitectura + ingeniería
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Etiquetas: Edición 98