Bitácora de vuelo

Me dirijo a Neptuno,
a una velocidad media de crucero
me tomará alrededor de doce años alcanzar el frío planeta;
tiempo suficiente para editar mis listas de canciones
y terminar mis listas de tareas pendientes;
responder correos electrónicos y mensajes de WhatsApp;
suficiente para analizar mi pasado y mi presente,
guardarlos en una caja,
arrojarla al vacío del espacio
o prenderle fuego;
cerrar ciclos y círculos abiertos,
y resolver de una vez por todas los temas difíciles;
construirme,
deconstruirme,
volver a escribir.

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Espacio

Mi mundo empieza en la palma de mi mano,
y comprende todo lo que puedo tocar con la punta de los dedos;
como tu rostro, tu cuerpo, mi taza de café recién servido,
las gotas de lluvia que se deslizan en la ventana,
las superficies donde me quedo dormido, mi almohada,
las cicatrices de las que habla Silvio, la tierra que piso,
y como dijo Rosario: “la corteza rugosa de los árboles…”
que, a diferencia de ella, no acaricio.

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