En pos de los cielos oscuros

Internet nos ha permitido visitar lugares inimaginables e increíbles, desde lagos multicolor hasta desiertos monocromáticos, pasando por glaciares, montañas, selvas, etc. Pero también nos ha llevado a los terrenos del cielo nocturno y del cosmos.

En lo personal, las imágenes que más me impactan son aquellas donde nuestra galaxia, la Vía Láctea, llena el fondo del paisaje con millones de estrellas y líneas entretejidas de grises, negros y blancos nebulosos: son el gas y polvo interestelares. En una noche limpia y oscura, nuestra galaxia es majestuosa. Pero eso, en muchos lugares, está terminando.

La contaminación lumínica de las grandes ciudades y los complejos turísticos e industriales está escondiendo, con un nocivo manto gris-naranja, uno de los espectáculos naturales más preciados (si no el que más): el Universo. Sin embargo, dejar de ver las estrellas podría ser el menor de los males.

La contaminación lumínica es un fenómeno producido por el uso inadecuado e ineficiente de la luz artificial durante la noche. Actualmente se tienen bien identificados muchos de los efectos negativos de la contaminación lumínica en la salud humana, en los ecosistemas, en el ahorro de recursos energéticos y en el demérito de la oscuridad del cielo nocturno para uso astronómico y recreativo.

Las principales fuentes de contaminación vienen de las luminarias públicas, de edificios mal iluminados, de anuncios publicitarios y de instalaciones ornamentales que usan la luz para llamar la atención. El caso de las lámparas de iluminación pública es el más preocupante: muchas de las luminarias están en pésimas condiciones y además direccionadas hacia puntos innecesarios. Al final, los gases producto de combustión, el polvo suspendido y el vapor de agua reflejan y dispersan luz, haciendo que la polución por luz desperdiciada se vea a decenas de kilómetros.

Mucha de la evidencia médica sobre los efectos de la contaminación lumínica en la salud humana reside en los reportes que asocian la exposición nocturna a la luz LED blanca-azul (junto con los desfases en las horas de sueño y vigilia) con múltiples trastornos de salud: cardiacos, diabetes, obesidad, depresión y mayores riegos de desarrollar cáncer.

En el aspecto ecológico, los efectos negativos encontrados en el comportamiento de muchas especies animales son: desorientación y confusión, atracción o repulsión por objetos y lugares con alteraciones de luz, desplazamientos forzados a zonas no aptas ni adecuadas, ocasionando diferentes problemas: en 
la competencia por alimentación y reproducción, de comunicación, en los ciclos circadianos y circanuales, psicológicos y de comportamiento, etc. Todos conocemos el grave inconveniente que representa la luz de casas, hoteles y avenidas junto al mar, para las tortugas marinas y otros reptiles.

Finalmente, la contaminación lumínica representa un desperdicio de recursos energéticos y por ello, un mal uso de los dineros públicos y privados.

Actualmente diversas iniciativas ciudadanas y científicas en el mundo están trabajando para informar, estudiar, prevenir y corregir esta grave problemática. Una de ellas es cielososcuros.org, que está promoviendo la participación del público en general en la medición y evaluación del brillo del cielo nocturno, contempla proyectos de investigación científica y además ofrece información de divulgación. Si tienes interés en conocer más sobre las implicancias de la contaminación lumínica, no dudes en ponerte en contacto con ellos.

Todos podemos participar para recuperar los cielos oscuros.