Importancia del juego en el desarrollo emocional del niño

“Jugar es la mayor bendición que se nos ha regalado, y conforme pasan los años nos vamos olvidando de ello. Algunos afortunados que tienen hijos o los que nos dedicamos al área de trabajo infantil volvemos a recordar este regalo que, aunque seamos adultos, podemos seguir aprovechando”.

L@s niñ@s juegan desde que nacen. Si bien sus primeros tiempos se dedican a “entender las reglas de este mundo” al que han llegado, comienzan a jugar mientras toman el pecho de su mamá con mimos, con miradas, sonrisas, van construyendo un vínculo de amor y confianza.

Las rutinas y hábitos diarios del bebé, como es también vestirlo, bañarlo, cambiarlo cuando hace sus necesidades, es parte de ese juego cotidiano en donde va aprendiendo de la mano del adulto. Juegos de aprendizaje en donde ese pequen@ conoce sobre comunicación gestual, miradas, besos y abrazos, que es lo primero que recibe.

Ese juego es la base de un desarrollo emocional sano y sólido. Y que hoy sabemos que en realidad comienza desde la gestación de este nuevo ser, que en la panza ya siente y escucha, para que luego al nacer pueda experimentar, desarrollar y evolucionar. Sabiendo que en el futuro nos va a definir como seres emocionales que somos.

Por eso, los primeros meses del niño es fundamental el contacto visual, el tiempo que se le dedica para cubrir sus necesidades básicas, entendiendo el adulto que es tiempo de calidad para generar un vínculo afectivo fuerte y seguro. Por ello el tono de voz, la forma de acariciarlo, de tomarlo en brazos, de mirarlo, las palabras que usamos, además de permitir conocerse, por medio de estas actividades-juegos, van construyendo los pilares emocionales.

Se despierta jugando y se duerme jugando, porque para ello han venido a este mundo. Desde bebés, en la cuna, “hablando”, jugando con su peluchito, mordiéndose su manito… y los más grandecitos bajándose de la cama y agarrando el juguete que dejaron la noche anterior.

Es fundamental dar el lugar a estos espacios de juego. Ya que es el único objetivo de cualquier pequeño, para poder evolucionar y crecer emocionalmente.

A medida que l@s niñ@s crecen, al introducir algunos juguetes visuales y sonoros, van ampliando su experiencia, incorporan los juegos de arrastre que acompañan su desarrollo psicomotor, gateo y marcha, juegos de encastre para su motricidad, juegos de asociación para empezar a desarrollar el área intelectual. El juego simbólico, en donde permite reproducir lo que ve en ese mundo de adulto.

Y no nos olvidemos los juegos más básicos y divertidos, llevarse la tierra a la boca, jugar con los utensilios de la cocina, esconder las llaves del auto de mamá, sacar la ropa del canasto de ropa sucia, meterse en las cajas donde llegó la comida del supermercado.

En estos juegos, y con estos juguetes convencionales y no, es donde el niño vive su día a día y experimenta.

De hecho, cuando l@s niñ@s comienzan a ejecutar también las rutinas diarias y “responsabilidades” como alimentarse solos, lavarse los dientes, vestirse, prepararse para salir, para ellos, estos son espacios de juego y aprendizaje. “Mira papá el cepillo de dientes parece un avión que vuela y se mete en su casita (la boca)”. “Mira mamá cómo cuelga la manga de mi camisa de este brazo, parece que es un títere”.

Y quizás nos preguntemos si hay desarrollo emocional en estas frases. Lo encontramos en la respuesta de los padres: “¡Ja, qué divertido, a ver si a mí me sale!”, “¡Guau¡ ¡Nunca lo hubiera imaginado, qué inteligente eres!”. “Mira yo también puedo hacerlo, pero para mí es un tiburón que te va a comer las pompitas”. “¡Puedes dejar de hacer eso, ya vamos tarde!”. “Eso es una manga de camisa y es para que te lo pongas, ¡deja de estar arrugando la ropa!”. “¡Tienes 5 minutos para vestirte porque si no lo hago yo, pareces un bebé!”.

Ustedes me dirán cuáles de estas frases nos llevan a un desarrollo emocional sano.

Por eso la importancia de usar palabras correctas en l@s chic@s, en donde el NO se utilice para marcar un límite, y el resto de las directrices no sean desde la prohibición anticipada sino desde una indicación amorosa y positiva. Por ejemplo, en lugar de “no corras”, “por favor puedes caminar despacio”. Este cambio de frases resuenan muy diferentes en nuestr@s niñ@s, y así se está construyendo una base emocional desde el amor, la comprensión, el cuidado, y la escucha.

Todos l@s niñ@s, por el solo hecho de ser niñ@s, juegan, pero lo más importante es el tiempo y modo de juego en casa, con la familia. Porque luego esto lo replicará en la escuelita, en el parque con otros peques. Esa es la clave para un desarrollo emocional sano, y una futura convivencia óptima con el otro.

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Por: Natalia A. Alioto
Lic. en Educación Especial

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