Orar sintiendo

Madre nuestra que estás en el origen de la palabra busco tu nombre en la memoria de mis manos en el aliento susurrado de tu canto.
Madre nuestra que estás en el origen de la palabra busco tu nombre en la memoria de mis manos en el aliento susurrado de tu canto.
De pronto, un día el mundo se detiene, el teléfono deja de sonar, y no recibes ningún mensaje; te levantas temprano, pero no tienes que ir a ninguna parte; sabes que es hora de desayunar, pero no tienes hambre; estabas tan acostumbrado a andar a las carreras que de pronto, la calma, te hace perder el balance.
Un día me levanto, y algo es diferente; no alcanzo a descifrar con exactitud de qué se trata, pero lo siento, como cuando no tienes evidencia de algo, pero lo sabes de cierto.
Una gota es suficiente para aliviar los ojos, para dosificar un veneno y para derramar un vaso. Una gota es la mínima expresión de un líquido, la forma favorita de la lluvia.
Hay un hilo de hormigas saliendo de mi boca, en perfecto orden, una después de otra, todas cargando algo en sus mandíbulas, y no dicen nada; se está formando un nido de abejas en mi nuca, es geométrico, regular y homogéneo, formado por celdas hexagonales que comparten sus paredes sin dejar espacio desaprovechado entre ellas; no sé a dónde migraron las mariposas, quizá regresen con el cambio de estación, tal vez solo están dispersas.